La procesión eucarística de San Bernardo recupera el tránsito por la Fábrica de Artillería

Arte Sacro. Tras la solemne función celebrada a las 20:00 horas, comenzó la procesión del Corpus de San Bernardo, como es tradicional.

El itinerario seguido este año fue: salida, Santísimo Cristo de la Salud, Interior de la Fábrica de Artillería, Avenida de Eduardo Dato, San Bernardo, Gallinato y entrada. Este año recuperó el transitar por la Fábrica de Artillería tras las obras que durante varios años se han venido realizando. La última vez fue en 2019.

La procesión con su Divina Majestad finaliza el ciclo de procesiones de esta índole. La salida se realiza en esta fecha y por la noche por especial privilegio concedido a la Hermandad Sacramental.

La Custodia fue realizada en 1858 para la Archicofradía de las Tres Necesidades por el taller de Ysaura. Adquirida en el año de 1913 teniendo un coste de setecientas pesetas. La obra está formada por tres cuerpos y mide 2’60 metros de altura.

En cuanto al paso que porta a su Divina Majestad, es diseño de José Asían Cano, con orfebrería de Ramón León y bordados de Jesús Rosado. El respiradero está realizado con malla de bolillos, similar al punto de las bambalinas del paso de palio de la Virgen del Refugio.

Acompañaron en el cortejo junto al hermano mayor de esta corporación, Javier Gómez, el delegado del Consejo de hermandades Sacramentales, Antonio de la Fuente, y el delegado de Seguridad y Recursos Humanos, Ignacio Flores, y tras el Santísimo, el director espiritual, Mario Fermín Vacas. El alcalde, José Luis Sanz y el delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés, tampoco quisieron perderse esta procesión.

Como es habitual la banda de música de la Cruz Roja puso la música y la familia Villanueva fue al frente del paso de la Custodia.

En esta edición, el bando anunciador de la procesión Sacramental ha sido realizado por el pregonero de esta pasada Semana Santa, y hermano de esta corporación, Juan Miguel Vega, quien ha versado sobre Jesús Sacramentado y su discurrir por el barrio:

Bando de la procesión de Juan Miguel Vega Leal:

Sé que lo has sentido en el viento que llegó la otra tarde por donde antaño se perdía el tren camino del horizonte azul de la mar; y lo has visto en el sol anaranjado que en las últimas tardes apresuró su despedida; y en la luz, blanca Y misteriosa, del mes que quienes horadaron tus cimientos llamaron séptimo, esa luz que, como un velo, envuelve ahora el secreto callado de tus calles, por las que aún vagan arrastrando sus modestas alpargatas sombras que alguna vez soñaron con tardes de gloria y oro. Te lo ha dicho el crujido de los caliches en las fachadas, ajadas por el pasar de los años, y el tallo, ahora seco, que en invierno brotó entre las tejas. Lo percibes en la quietud de los árboles, definitivamente solitarios tras cesar en ellos la monótona y eléctrica salmodia de las invisibles chicharras. Y en el nido vacío que espera a la cigüeña; y en el cielo, limpio y sereno, que orla la noble silueta de tu antigua torre, bajo la que aún descansan centenares de hijos tuyos. Sí, ha llegado la hora. De algún lugar, la brisa trae el olor de los campos, que ahora se abonan para sembrar en ellos la semilla eucarística del trigo. Y el aire se llena de vocaciones del cálido y bendito aroma del pan; aquel pan antiguo que traían en angarillas desde las tahonas de Alcalá y las abuelas del barrio abrían con solemnidad y reverencia, como lo hiciera el Maestro, cuando con cinco de ellos dio de comer a la multitud. Las vides ya muestran sus ramas vencidas por el peso de los generosos racimos, henchidos del mosto que servirán en las tabernas y el milagro cotidiano de la misa convertirá en sangre de Cristo. Pan y vino. Cuerpo y sangre del cordero que el Miércoles Santo es sacrificado sobre el altar del puente.

Yo sé, viejo barrio de silencio y soledades, que tu sabes todo lo que esas señales anuncian. Mas han de saberlo y también todos; porque todos han de ser convocados a presenciar la revelación de la Verdad; a sentir cómo la mano del Todopoderoso baja del cielo para tocarnos el corazón y desvelarnos los misterios más profundos; para ofrecernos el alimento bendito de su cuerpo y de su sangre; ese que nos dará la vida eterna.

Sabed pues todos que el arrabal de San Bernardo, predio del silencio y la memoria, es también sagrario y hogar de Dios; que Su Majestad Divina lo ha elegido para manifestarse entre sus gentes con el blanco fulgor de la harina sagrada, llenando las viejas calles que supieron del sudor, el sufrimiento y el esfuerzo, con el perfume de la gloria que nos tiene prometida. Sabed que Dios viene a San Bernardo para decirnos que el pan que nos ofrece es Salud para el espíritu y Refugio para el alma. Venid todos y gozad de su presencia.

Fotos: Juan Alberto García Acevedo.