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La música procesional del XVI y XVII en Sevilla. Reyes Pro Jiménez


Existen numerosos tópicos sobre diversos temas relacionados con la historia de la Semana Santa de Sevilla, pero entre ellos sobresale la errónea idea que se ha sostenido sobre cuál sería la música procesional más antigua, la que primeramente fue parte del paisaje sonoro de la celebración de la Semana Santa y de la propia ciudad de Sevilla. Desde luego no fueron los tríos de oboe, clarinete y fagot, con origen en los últimos años del XVIII y comienzos del XIX. Según el Padre Ayarra las primeras composiciones (de Francisco Soler) interpretadas por dichos instrumentos datan de 1757 a 1768.

Tal como hoy la conocemos, aunque evolucionada a través de los siglos, la conformación de nuestra Semana Santa en Sevilla tiene su origen en los años cercanos a la celebración del Concilio de Trento, pues esos años centrales del siglo XVI vieron surgir la idea de evangelización a través de las imágenes procesionales, que eran sacadas a la calle formando parte del devenir de la Ciudad. Esta “vocación de calle” que aún caracteriza a las cofradías en Sevilla se unió por esos años del siglo XVI con las tradiciones ancestrales de procesión religiosa y con la medieval de la penitencia pública.

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Ministriles Hispalensis en el Corpus de San Isidoro. Foto: Mariano López Montes

Los cortejos procesionales solían contar con varios grupos de ministriles, de instrumentistas, que se situaban abriendo el cortejo, separando tramos o acompañando a las imágenes y, en caso de procesiones eucarísticas los ministriles se posicionaban junto a la Custodia. Los grupos o coplas de ministriles interpretaban las piezas leyendo a partir de un libro que portaba un acólito o un músico de la formación. En las procesiones era lo usual que estuviesen presentes cantores e instrumentistas o ministriles.

Enrique Sánchez Pedrote teorizaba que ya en siglo XIII estuvo unida la idea de procesión con la música, pues afirmaba que el códice de las Cantigas de la Biblioteca Nacional llamado el Toledano era el que había sido el legado por el rey Alfonso X a la Catedral de Sevilla y que dicho códice por tamaño y estructura interna estaba concebido para acompañar las procesiones.

Puede comprobarse documentalmente que en los siglos XVI y XVII, época de fuerte eclosión y auge de la religión, fueron ministriles o instrumentistas integrados en grupos musicales, llamados coplas de ministriles, los encargados de dar solemnidad y esplendor con su música a los cortejos procesionales, acompañados o no de cantos. Estos grupos ya tenían presencia en las cortes de la realeza o la nobleza en épocas anteriores, sobre todo en el siglo XV, o incluso constituían grupos pero que fueron itinerantes, no fijos dependiendo de una institución, hasta que en el siglo XVI la Catedral de Sevilla decidió disponer de una capilla musical y copla o grupo de ministriles propios de la misma.

Los historiadores “clásicos” de la Semana Santa de Sevilla, como Félix González de León y José Bermejo, dan en sus obras diversos datos sobre la primitiva música procesional y el papel de los ministriles en la misma.

Según todas estas fuentes vemos diversos ejemplos, como la Hermandad de Pasión que en 1579 acompañaba la fiesta del Corpus con música de Ministriles, en el año 1606 esta Hermandad y la del Cristo de la Expiración procesionaron hasta la sede del Cristo de San Agustín acompañadas de los músicos de la orden de la Merced, pues las órdenes religiosas también mantuvieron grupos musicales de ministriles. Estos préstamos de coplas o grupos musicales de ministriles eran usuales, como el que realizó la Catedral a la Hermandad de la Hiniesta para la procesión extraordinaria de conmemoración de la Armada Invencible. Se conocen otros muchos datos históricos sobre estos acompañamientos, como el de la Hermandad del Santo Entierro con tambores destemplados y pífanos o con el grupo de ministriles tocando en 1727 en tono fúnebre y doloroso. Dicho acompañamiento también figuró en procesiones de la Hermandad de la Soledad y del Gran Poder.

Varias Reglas de Hermandades del siglo XVI al XVIII mencionan el acompañamiento de grupo de música como las del Santo Crucifijo de San Pedro de 1556 o las de la Sagrada Mortaja de 1793. También se mencionan en Reglas de Hermandades de Marchena y en las de Vera Cruz de Jerez de la Frontera, por ejemplo.

En procesiones que hoy llamaríamos extraordinarias, y que en la terminología desde el siglo XVI al XVIII denominaban “extravagantes”, era frecuente la presencia de los ministriles. Por ejemplo en las rogativas al Cristo de San Agustín, en las celebraciones de la proclamación de la Inmaculada como Patrona de España en 1761, o en el traslado del cuerpo de San Fernando a la nueva urna en 1729.

José Bermejo Caballo da el dato de que desde el traslado de la Hermandad del Silencio al convento de San Antonio Abad en 1582 cambió la música de acompañamiento usando el coro de monjes del mismo, pues hasta ese momento llevaba música de grupo de instrumentistas o ministriles.

Según González Barrionuevo “…entre las celebraciones y lugares en los que los ministriles se sentían en su propio ambiente y ejercían su oficio de manera ordinaria tendremos que citar primero los procesiones”. Lo que hacían en la Catedral de Sevilla dentro y fuera de la misma pues eran parte de la plantilla fija de la Catedral de Sevilla desde el siglo XVI y que desde 1606 se estipulaba que “debían asistir a las procesiones” e interpretaban varias piezas como motetes en las paradas o estaciones de las mismas.

¿Quienes eran los Ministriles?

La palabra “ministril” deriva del latín ministerium y minister, que significan “servicio” y “servidor”. El término “ministril” nace en el medievo, dando nombre a aquellos músicos que, utilizando sus instrumentos de viento, acompañaban (servían) con su música.

Estos músicos, ministriles, aparecen en el ámbito urbano asociados a una amplia variedad de funciones musicales, que van desde el músico itinerante a los ministriles profesionales contratados por la nobleza, la burguesía mercantil o las corporaciones ciudadanas.

Cada ciudad tenía características propias y únicas, pero todas ellas tenían el común denominador de dar gran importancia a la fiesta y la música, que siempre han sido muestra del poder y un hecho que gustaba y demandaba el pueblo.

Los ministriles solían participar en celebraciones religiosas y profanas, y para ello se reunían en coplas o grupos instrumentales en los que tenían cabida las flautas, chirimías, bajones y sacabuches. Posteriormente se añaden las cornetas, llamadas cornetto en italiano, instrumentos de madera recubiertos de cuero, que no debemos confundir con las “cornetas de guerra” de las que derivan las cornetas actuales.

Fundamentalmente los ministriles eran parte de las formaciones musicales de las más importantes catedrales europeas y su misión principal era el acompañamiento del coro durante los servicios litúrgicos, (aunque también algunos músicos podían participar por su cuenta en algunos otros actos cívicos o religiosos).

Los Ministriles y la catedral de Sevilla

Aunque desde el siglo XV podemos encontrar múltiples referencias en relación a los instrumentos y los instrumentistas, fue en la primera mitad del siglo XVI cuando los ministriles comenzaron a ser requeridos por las Catedrales de la época para sus actos religiosos. Desde ese momento su papel en la historia de la Música fue de primer orden, superando con mucho la importancia que tuviesen como grupos de música en ámbitos civiles.

Pero fue la Catedral de Sevilla, centro de referencia religioso, social y cultural en la época, la primera donde aparecen los ministriles interviniendo en actos litúrgicos. La Catedral de Sevilla mantuvo durante toda la Edad Moderna la infraestructura musical más importante y estable de la ciudad, con una dotación material y personal superior a muchas de las catedrales españolas de la época.

Puede que el hecho que hizo ver a la Catedral sevillana que una capilla de ministriles podría ensalzar su imagen, y atraer hacia ella a más fieles, fuese el enlace de Carlos I e Isabel de Portugal, que tuvo lugar en Sevilla el 11 de marzo de 1526 y en el que tocó una fastuosa copla de ministriles.

A partir de esa época los mejores y más cualificados ministriles gozaron de gran prestigio social, y los Cabildos de las catedrales se los disputaban para así poder disponer de sus servicios y dar esplendor a sus actos. A partir de la década de 1530 el fenómeno se hizo extensible al resto de catedrales, colegiatas y parroquias de España y también del Nuevo Mundo, donde fueron muy populares. Sabemos de grupos de ministriles fundados después de los Ministriles de la Catedral de Sevilla en las Catedrales de León, Burgos, Valencia, Zaragoza…

Conocemos las obligaciones que tuvieron los ministriles en el siglo XVI en Sevilla a partir de libros como la “Regla de Coro y Cabildo de la catedral de Sevilla”, datado en 1608 y recogido en la “Regla de Coro” de Adrián Elossu (1687), o el “Compendio de obligaciones que deben cumplir los ministriles y capilla de música de la santa Patriarcal Iglesia de Sevilla en el discurso de todo el año, según el culto la pompa, majestad y grandeza con que en ella se celebran los Oficios en las festividades de todo el año” ( impreso por Francisco de Blas entre 1662 y 1723).

En las actuaciones se incluían las vísperas, misas, procesiones exteriores, estaciones dentro de la iglesia, recepción de procesiones de otras iglesias, procesiones de Semana Santa, sacramentales y de gloria, recepciones de reyes, e incluso ”procesiones y fiestas extravagantes” (las que como hemos dicho llamaríamos actualmente extraordinarias), en las que la copla de ministriles de la Catedral sevillana era cedida a las hermandades y a otras iglesias o Catedrales.

La capilla de música (o grupo que incluía cantores e instrumentistas) de la Catedral de Sevilla llegó a estar formada a finales de la Edad Moderna por aproximadamente treinta y siete integrantes, un conjunto mayor que el de muchas catedrales peninsulares de la época en el que eran numerosos los instrumentistas o ministriles. De ellos la Catedral de Toledo, contó con un conjunto como máximo de diez ministriles asalariados a lo largo del siglo XVI.

Estaba integrada por el maestro de capilla, casi una docena de cantores de coro adultos (tiples, contraltos, tenores, bajos), seis niños cantores o seises y un nutrido grupo de instrumentistas, que en general solían tocar varios instrumentos cada uno. Al frente de toda la actividad musical catedralicia estaba como máximo responsable el maestro de capilla, que componía las obras necesarias para el culto religioso y dirigía a los músicos.

Desde el siglo XVI la catedral de Sevilla tenía cuatro medias raciones asignadas a cantores (tiple, alto, tenor y bajo) que debían ser sacerdotes o al menos cumplir los requisitos para ser ordenados en el plazo de un año. En otras catedrales este requisito no fue obligatorio. Los instrumentistas, por el contrario, no necesariamente tenían que ser sacerdotes y podían casarse. Por otra parte los niños cantores o seises estaban a cargo del maestro de seises, que en algunos casos también participó como músico El grupo de los instrumentistas estaba constituido por dos organistas y los ministriles, que tocaban instrumentos de viento (bajón, chirimía, corneta, oboe, fagot y flauta), los instrumentistas de cuerda (arpa, archilaúd, y desde fines del XVIII violín, violón, violonchelo y contrabajo) además del órgano, que fue uno de los instrumentos más importantes en la Catedral de Sevilla.

Curiosamente en la Catedral de Sevilla la chirimía no desapareció para dejar paso al oboe como sucedió en otros templos a comienzos del siglo XVIII, sino que ambos instrumentos convivieron hasta finales de la Edad Moderna e incluso se nombró a un nuevo músico de chirimía en 1769. El archilaúd y el arpa fueron dejando de usarse en el siglo XVIII, excepto en las celebraciones de Semana Santa cuando se restringía el uso del órgano, y aparecerían los violines y violonchelos.

Los músicos eran remunerados en función del puesto que ocupaban según su status o prestigio: maestro de capilla, organista, maestro de seises, cantores, ministriles e instrumentistas de cuerda. La Catedral de Sevilla fue un destino que despertó gran interés entre los músicos que trabajaron en España, por el prestigio de la institución y por las remuneraciones que recibían los músicos por sus actuaciones que además se veía incrementada con las gratificaciones por actuaciones fuera de ella. Además de solemnizar las ceremonias catedralicias los músicos eran contratados para solemnizar fiestas y celebraciones que tenían lugar en otros templos de la ciudad. La Catedral de Sevilla colaboró con, al menos, treinta instituciones civiles y religiosas: colegios, conventos, hospitales, parroquias, cofradías o hermandades. Además, se les requería ocasionalmente para actuar en otros lugares fuera de la ciudad de Sevilla. 

 

Cofradías del Sacramento

La presencia de los ministriles acompañando a cofradías hispalenses del Sacramento por las calles de las collaciones en las que tenían su sede y que llevaban el viático a los enfermos fue un hecho habitual en la Sevilla de los siglos XVII y XVIII, como se pone de manifiesto en las cofradías sacramentales de las iglesias de San Pedro y de San Vicente.

En 1680, Inés Jacinta Manrique, señora del donadío de la Torre de Quadros, dejaba en un codicilo testamentario cincuenta ducados para la dotación de un grupo de ministriles que acompañara a las procesiones del Viático organizadas por la cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia de San Vicente, en Sevilla, de la cual era feligresa.

El codicilo redactado en la casa familiar de la collación de San Vicente el 12 de septiembre de 1680 especificaba que: “Ítem, quiero y es mi voluntad que … se empleen cincuenta ducados [18.750 maravedís] de renta en cada un año con la mayor brevedad que fuere posible para que se conviertan en ministriles que vayan tocando chirimías en compañía del Santísimo Sacramento de la dicha iglesia de San Vicente, mi parroquia, todas las veces que su divina majestad saliere a visitar los enfermos de la dicha parroquia …”.

La Hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas de la iglesia de San Pedro fue instituida por Eugenia de Valdés, quien en su testamento, legó trescientos ducados para que “los ministriles acompañen al Santísimo Sacramento todas las veces que saliese de dicha parroquia [de San Pedro]”. Los hermanos de la corporación citada, el cinco de febrero de 1684, se reunieron en la capilla de San Pedro ad Vincula: “para nombrar diputados para la imposición de doña Eugenia de Valdés de trescientos ducados, para que se impongan sobre la décima que nuestra cofradía tiene y cobra sobre las casas que están en la calle de los Alcázares para la paga de los réditos de los dichos trescientos ducados, para cumplir la dotación de los ministriles cuando nuestro Señor Sacramentado sale a visitar los enfermos”.

El segundo dato histórico sobre el acompañamiento del viático se refiere a la cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia de San Vicente, que el 26 de junio de 1724 anota: “Por la dotación de chirimías en las salidas de su Magestad a visitar los enfermos por renta que goza para este fin se regulan cada año por quinquenio… 3.400 mrs.”, lo que se repite el 29 de julio de 1726.

Actualmente el grupo Ministriles Hispalensis retoma esta Antigua tradición y figura en la Celebración del Corpus de la Catedral y Ciudad de Sevilla y en el acompañamiento procesional del Corpus de la Hermandad de San Isidoro.

 

Ministriles Hispalensis

Gracias a las investigaciones de músicos, musicólogos e historiadores, la música original de los siglos XV, XVI y XVII se está recuperando, reviviendo e interpretando conforme a las sonoridades y estilo con los que se cree fueron interpretados en su época.

Arcadiantiqua es una plataforma músico/cultural centrada en proyectos en torno a la difusión y puesta en valor de las denominadas Músicas Históricas, su labor también abarca la antigua música procesional para cortejos penitenciales de la mano del reconocido grupo sevillano de música antigua MINISTRILES HISPALENSIS, formación especializada en los periodos renacentista y barroco y que se centra en la tradición de siglos respecto al acompañamiento musical para hermandades y cofradías de penitencia.

Este grupo nació con la vocación de investigación histórica de la música antigua incluyendo la procesional y de recuperar los instrumentos, la sonoridad y el estilo interpretativo de las capillas instrumentales de los siglos XV al XVII, en la formación de grupo o “copla” de ministriles para interpretar un variado y documentado repertorio de música sacro/procesional. La base instrumental son las cornetas, chirimías, sacabuches y bajones, aunque se complementa con instrumentos de cuerda, tecla y percusión cuando el repertorio lo requiere.

La música creada para este tipo de formaciones, de lenguaje novedoso y a menudo de gran virtuosismo, es la que sienta las bases de la práctica instrumental que llega hasta nuestros días en grupos como Ministriles Hispalensis Por ejemplo HIMNOS Y FABORDONES de Antonio de Cabezón (1510-1566) CORALES FÚNEBRES de H. Praetorius (1560-1629) o los VERSOS SALMÓDICOS de Francisco Correa de Arauxo (1584-1654)

Acompañadas o no de instrumentos de percusión y de trompeteros, los grupos o coplas formadas entre cuatro a seis ministriles interpretaban piezas litúrgicas escritas en principio para grupos vocales o compuestos específicamente para ser interpretadas por instrumentos: salmos, himnos, motetes, etc. e incluso piezas profanas de carácter y solemnidad acordes con la procesión.

Tales son los casos de los libros para ministriles de la Catedral de Sevilla del que conocemos su índice y que ha podido ser reconstruido a partir de otras fuentes, el libro del facistol nº 6 de la catedral de Segovia, los dos volúmenes del Códex Lerma, de San Pedro de Lerma en Burgos, el manuscrito 975 de la biblioteca particular de Manuel de Falla (Granada), o el libro de coro 19 de la catedral de Puebla (México). 

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Ministriles Hispalensis en la conmemoración de los 450 años de la fundación del antiguo convento de la Paz, actual sede de la Hermandad de la Sagrada Mortaja.
Foto. Arcadiantigua

Así, esta música puede volver a escucharse con instrumentos como los originales, recreando la esencia y el ambiente original de la procesión tal y como se vivía en los siglo XVI y XVII. Las hermandades pueden además llevar a cabo una labor litúrgica históricamente informada mediante la intervención de las coplas de ministriles en el cortejo procesional lo que pondría de manifiesto un amplio conocimiento y rigor histórico en la organización del cortejo procesional.

La formación Ministriles Hispalensis ha participado en prestigiosos festivales de Música Antigua como el Femas de Sevilla, la Muestra de Música Antigua de la Universidad de Sevilla / MAUS, la Muestra de Música Antigua de Aracena o, entre otros, el Festival de Música Antigua de Aranjuez. En el extranjero el grupo ha visitado diferentes países de Sudamérica (México, Guatemala), Eslovenia, Noruega… Además, ha participado en la conmemoración de los 450 años de la fundación del antiguo convento de Nuestra Señora de la Paz, actual sede de la Hermandad de la Sagrada Mortaja de Sevilla. Asimismo está presente en celebraciones litúrgicas en Ceuta y en su faceta procesional Ministriles Hispalensis ha participado también en el Cortejo de la Hermandad de la Vera Cruz de Jerez de la Frontera y en el de la Agrupación del Cristo de los Desamparados acompañando el Rosario público a la Virgen de la Salud. Con todo ello y más se va recuperando la antigua tradición de la música procesional.

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El grupo Ministriles Hispalensis en Ceuta. Foto. Arcadiantigua

 

Bibliografía

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RUIZ JIMÉNEZ, Juan, La librería de Canto de Órgano. Creación y pervivencia del repertorio del Renacimiento en la actividad musical de la catedral de Sevilla, Granada, Centro de Documentación Musical de Andalucía, 2007.

RUIZ JIMÉNEZ, Juan. "Ministriles en los desplazamientos de la cofradía del Sacramento a visitar a los enfermos.", Paisajes Sonoros Históricos, 2017. e-ISSN: 2603-686X. 

RUIZ JIMÉNEZ, Juan. "Dotación de un grupo de ministriles para la procesión del Viático de la iglesia de San Vicente en Sevilla (1680)", Paisajes Sonoros Históricos, 2022. e-ISSN: 2603-686X










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