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OT Kofrade. Javier Rubio, redactor-jefe del Mundo de Andalucía.


En vista del traguito que les han hecho pasar al Carmen Doloroso y al Cautivo del Polígono de San Pablo se impone una reflexión serena y desapasionada sobre el presente y el futuro de los cauces de expresión de la religiosidad popular a través de las asociaciones de fieles, hermandades y cofradías. Pero como eso iba a ser un tostón, nos hemos tomado la libertad de imaginar nuevos sistemas que garanticen que la nómina de cofradías se ajusta a la realidad social.

La primera idea, desechada al poco de concebirla, fue regular un sistema de ascensos y descensos similar al de las competiciones deportivas. Al inicio de la Cuaresma, se publicarían los nombres de las tres cofradías con menos puntuación y las que reemplazarían a las descendidas. Para confeccionar la clasificación, se tendrían en cuenta todos los aspectos de la estación de penitencia: exceso de flores, un punto menos; repertorio clásico de marchas, un punto más; tramos en orden, un positivo; bullanga arremolinada ante los pasos, un negativo; por cada nazareno morreando con la novia a capirote quitado, dos puntos menos... y en este plan.

El sistema además permitiría atenerse a la corrección política de los tiempos que corren. Por ejemplo, las que admiten mujeres en sus cuerpos de nazarenos, van por delante de las que todavía se oponen; la presencia de inmigrantes, extranjeros y conversos puntúa al alza; el perímetro abdominal de los pateros –teniendo en cuenta el riesgo cardiovascular asociado–, a la baja. Y Palacio, para no dejarlo al margen, podría incluir otros criterios puntuables como número de confesiones antes de la estación de penitencia u óbolos a la diócesis.

Se crearía así una liga con dos divisiones con las posiciones de partida actuales. Pero al igual que ocurre en la NBA, las sedes canónicas podrían comprar una franquicia para poner una cofradía en su templo que le garantice ingresos por bautizos, bodas y funerales a costa de compartir el altar y otras molestias.

La siguiente idea alumbrada es, sin embargo, mucho más sugerente. Se trataría de una edición del programa de más éxito de la televisión patria que llevaría por título OT Kofrade. Las cofradías aspirantes a entrar en la nómina de la Semana Santa tendrían que acreditar sus logros de Pascua al Miércoles de Ceniza: que si una estrena moldurones, que si la otra ha formado banda, que si el cuerpo de nazarenos ha aumentado en una proporción notable... Durante las cinco semanas de la Cuaresma –una por cada pata de la vieja– las cofradías tendrían que someterse primero al voto del jurado, encarnado por el Consejo de Cofradías. El pleno de hermanos mayores podría rescatar a una de las nominadas en votación a la vista de todos. El director de la Academia, esto es el cardenal, dispondría de idéntica gracia pasando por encima del jurado. Y, finalmente, los fieles kofrades tendrían la última palabra encendiendo lamparillas votivas a los santos en vez de enviando mensajes telefónicos.

Podría ser una solución. Aunque el casting tendría que hacerse para elegir al avinagrado e insobornable doble de Risto Mejide entre los centenares de candidatos que se prestarían a hacer de tacañones.

Nota: Publicado en El Mundo de Andalucía el miércoles, 17 de enero de 2007.









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