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Vísperas verídicas / la crónica. Tentaciones, diplomacia y música Álvaro Pastor Torres. El Mundo


 El primer domingo de Cuaresma, o de las Tentaciones, celebran sus funciones principales numerosas hermandades de Sevilla. Una de ellas, la del Baratillo, en la Iglesia de la Santa Caridad

Al primer domingo de Cuaresma se le conoce también como el de las tentaciones pues en el Evangelio del día se narra el pasaje de Mateo en el que el demonio intenta seducir a Jesús de diversas maneras. Según la siempre bien informada agenda de Arte Sacro -¿se puede saludar? pues nada, un abrazo muy fuerte para Paco Santiago y sus muchachos-, ayer celebraron sus funciones (“principales de instituto” o particulares de alguno de sus titulares) 21 hermandades de las que pasan por Campana -y después por la Catedral-, y cobran un piquito por ello, que ya hay que diferenciar con tanto capirote fuera de tiempo. Tirando de calculadora -que uno es de Letras puras y a mucha honra- ayer estuvieron de función el 35,6% de las cofradías “clase A”, para entendernos mejor.

En los tiempos que corren no resulta fácil encontrar predicador, por lo que las agendas y los móviles debieron echar humo para este fin de semana. A pesar de ello en los carteles (léase convocatorias) que siguen pegando a las puertas de las iglesias figuraban nombres de frailes, párrocos locales y foráneos, Muy Ilustres canónigos y dignidades mitradas del cabildo hispalense, y hasta dos Reverendísimos eméritos, el arzobispo de Mérida-Badajoz y el obispo de Huelva. Y el arzobispo de Sevilla, el Eminentísimo Fray Carlos, por la Gracia de Dios y de la Sede Apostólica S.R.E. (traducido del latín, de la Santa Romana Iglesia) cardenal Amigo Vallejo, OFM (resumiendo: franciscano), del orden de los cardenales presbíteros o de título de Santa María en Montserrat de los Españoles, junto a la piazza Farnese, que hizo doblete: a las once en Jesús Despojado y a la una en la Paz.

La capilla del Baratillo, como casi todas las que estaban antaño extramuros de Sevilla, no es grande, pero tampoco de las más chicas. Aún así desde hace algunos años la función principal la celebran fuera de su templo,  como sus vecinos de la Carretería. Algunos prefieren quedarse en casa, con sus otros titulares, la Virgen de la Caridad y “el Patriarca Bendito Señor San José”. Hay sus opiniones.

La iglesia del Señor San Jorge, del Hospital de la Santa Caridad, no es mal sitio y allí llevaron previamente su misterio. En poco espacio se podían admirar cuatro piedades muy distintas: Mañara sosteniendo a un moribundo, bronce de Susillo en los jardines de la Caridad; San Juan de Dios ayudando a un enfermo, en lienzo de Murillo; la roldanesca deposición de Cristo en el sepulcro, en el altar mayor, y el conjunto del Baratillo.

Los Diputados mayores de gobierno no han estudiado protocolo en la Escuela Diplomática pero lo manejan con soltura y oficio. No debe ser fácil acoplar a tantas y tan diversas representaciones como citó el oficiante al principio de la homilía. Muchas de ellas salieron disparadas tras el “Ite Misa est” en busca de más funciones.

Otro de los aspectos que se cuida mucho en estas celebraciones es la música. Hasta diez instrumentos, ocho voces, organista y director interpretaron un repertorio muy variado, desde primer pontifical de Perosi hasta las coplas de Telmo Vela pasando por un canto popular Palazón a la entrada. Durante la protestación de fe se escucharon las notas de “Amarguras”. Sin duda debe ser más fácil tocar que subir un contrabajo por las estrechas escaleras de caracol que llevan al coro.

Presidió la ceremonia y predicó con sosiego, claridad, fondo, modulaciones de voz propias de un buen conocimiento de la retórica, y hasta citas en latín, monseñor Gutiérrez Mora, con medalla de hermandad al cuello y casulla de guitarra, algo tan en peligro de extinción como el lince ibérico. A su lado un “pluriempleado” concelebrante-ceremoniero-acólito, demasiado imperativo y gesticulante para ejercer como maestro de ceremonias. Además dejaba ver ampliamente una estola moderna bajo los galones de la casulla clásica.

Mañara sólo quiso que en su iglesia estuvieran las armas de Cristo, o sea, los símbolos de la Pasión, y que fuera quedaran las vanidades del mundo en forma de coronas nobiliarias, cruces de órdenes militares y escudos rimbombantes. Ayer, los hermanos del Baratillo, llevaron en sus medallas y en su estandarte corporativo la humilde sierra de esa Patriarca Bendito que regaló “Pepe Hillo” y que se quedó esperando el regreso de la Piedad en su capilla de la calle Adriano.

apastor66@gmail.com

CALIFICACIONES

Marco: “in presionante” que diría Jesulín, que me da que no es muy capillita: 4 estrellas

Asistencia: in crescendo durante el acto: 3 estrellas

Prédica: reposada, clara, pedagógica y con citas en latín: 3 estrellas

Música: numerosa, de corte clásico y repertorio cambiante: 3 estrellas

Hora tempranera y duración tirando a larga: 2 estrellas

Foto: Francisco Santiago










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