Hipocresía Redoblada. Juan Miguel Vega. El Mundo

El desalojo de la banda de las Cigarreras del local municipal donde ha venido desarrollando su actividad musical y docente durante los últimos lustros ha generado en la ciudad una corriente de solidaridad tal hacia esta formación que ha obligado al Ayuntamiento a buscarle de forma inmediata una ubicación alternativa.

Y eso está muy bien, porque la labor de esta banda lo merece. Sin embargo, las Cigarreras no es la única institución de ese tipo que desarrolla en la ciudad una actividad tan loable como la de introducir a los jóvenes en la música. Hay muchas más, que lo hacen incluso en condiciones más difíciles y, sin embargo, dan más facilidades, sobre todo económicas, a los chavales que acogen. Ni les exigen cuotas anuales ni los obligan comprarse los uniformes. Estas otras bandas también merecen que el Ayuntamiento de acuerde de ellas y les busque un local donde alojarse.

Algo que reconoció hace meses el propio consistorio cuando adquirió con varias de ellas ese compromiso durante un pleno municipal, compromiso que no ha cumplido. Una de esas bandas es la de la Centuria Macarena (venerable institución que, entre otras muchas cosas, es la última banda de cornetas y tambores pura y genuina que queda en Sevilla) cuya formación infantil se ve ominosamente expulsada de los jardines del Palacio de las Cinco Llagas cada vez que los parlamentarios andaluces celebran alguna de sus reuniones, sirva o no para algo más que justificar las dietas que les pagamos. Así de hipócritas son estos nuevos sepulcros blanqueados que calientan sus escaños sin que nada de lo que en ellos dicen les haga sentirse aludidos.

Fotos: Francisco Santiago

Artículo aparecido en el diario el Mundo (Andalucía) el 26 de octubre de 2010