Arte Sacro
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  • miércoles, 8 de mayo de 2024
  • faltan 340 días para el Domingo de Ramos

A través del Antifaz. Confesión en el Parque. Alberto De Faria Serrano


 Ya han quedado atrás las cortas y fugaces tardes del otoño y el invierno, con su sol tibio, perezoso y meditabundo; caía, o mejor dicho, se rendía, a las calendas y hojarascas del luto, y casi ya a oscuras, una brisa estremecedora y fría, mecía las hojas y  las ramas de los arboles como un palio se mece sobre el dintel de su templo, susurrando en su melodía la voz melancólica del poeta lamentando su desdicha. Allí donde su cadalso es mármol impertérrito y bronce equinnocial, se percibe desde hace varias tardes el mágico tránsito de la vida y el estallido de la belleza.

Recóndita capilla de meditación al Amor divino. Y al profano también. Allí alojas el ímpetu desbocado de adolescentes. Y de los menos adolescentes también. Atesoras el curioso tesoro de la fugacidad de la vida y la eternidad de los sentimientos puros. Encumbras sobre tu pilastra de fe al amor, el homenaje romántico de los sevillanos. Tu efigie se envuelve por una capa española plegada sobre el hombre izquierdo como si fuera una clámide griega; como si fuera el Señor del Buen Viaje de la Primavera. A Eros-Cupido le brota el entusiasmo del hacha de Zaqueo en sus flechas certeras. Al otro lado, aguardan las representaciones simbólicas del amor que llega, el amor que vive y el amor que muere, que, como si Alegoría de las tres Marías se tratase, esperan impacientes a la Virgen de la Paz en su trono inmaculado de plata y de pureza, a revelarle el secreto que siempre anuncia cada Domingo de Ramos.

Será entonces cuando el amor herido y abatido por las flechas de los hombres, se desplome irremisiblemente en el suelo. Será buen momento de recordarle;

Todo sucederá. Podrá la muerte cubrirnos con su fúnebre crespón, pero jamás podrá apagarse la llama de nuestro Amor.

Por eso la Primavera en Sevilla sólo entra de lleno el Domingo de Ramos; cuando se fundan en uno, con la sangre derramada del sacrificio. Esa es la luz que ilumina cada Primavera  la tierra de Maria Santísima.

A veinticinco mediodías para que se confiese Dios en la capillita del Parque.

Foto: Francisco Santiago. 










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