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Provincia. Utrera amaneció junto a su Virgen de Consolación en una histórica y jubilosa salida extraordinaria


Manuel Pinto Montero.  A los sones del popular “aquí estamos otra vez” llegaban miles de peregrinos hasta las plantas de la Virgen de Consolación cuando el reloj marcaba las seis de la mañana de un histórico, inolvidable y jubiloso 8 de septiembre, Festividad de la Santísima Virgen de Consolación de Utrera. Este año el encuentro con la Virgen del Barquito en la mano sería especial, ya que con motivo del Año Jubilar que la iglesia utrerana está viviendo por el Cincuentenario de la Coronación Canónica de su bendita Patrona, Nuestra  Señora de Consolación, podrían porta sobre sus hombros a la Santísima Virgen durante el extraordinario Rosario de la Aurora que presidió la Santísima Virgen por el Parque del V Centenario que se encuentra junto al Santuario.

Los hermanos, devotos y  peregrinos venidos desde distintos puntos de la geografía sevillana portaron las andas de la Santísima Virgen de Consolación durante la hora y media que la Virgen estuvo en la calle. Cuando aún la luna se asomaba hasta las puertas del Santuario para no perder detalle de ese histórico momento, los hermanos costaleros bajaban a la Virgen del Altar  para llevarlas hasta las puertas de su Santuario y que fuese su pueblo el que la portara en una noche especial a la Patrona de Utrera.

Durante el rezo del Santo Rosario fueron miles los vivas que se lanzaron, también se rezó cantando plegarias y sevillanas. Sería el pueblo vecino de Los Morales acompañado de su Coro los primeros en entonar sus voces para cantarle a la Santísima Virgen. Las campanas del Santuario, con esa manera única que tiene Utrera de repicar sus campanas, querían anunciar a todo un pueblo que la Virgen de Consolación estaba en la calle, alumbrada por numerosas bengalas que se distribuían a lo largo del Parque. Distintos Simpecados, que se veneran en algunos pueblos donde en algún momento de la historia hubo hermandades filiales, acompañaron a la Virgen durante el Rezo del Rosario. La Hermandad sevillana de la Sed con bandera y varas también estuvo presente.

Para esta magna ocasión Nuestra Señora de Consolación lució saya blanca bordada y manto celeste bordado, a juego con la túnica del niño. Sobre sus sienes la Corona con la que fue coronada en la utrerana plaza del Altozano el 1 de mayo 1964. En su mano derecha portó el tradicional barquito de la Virgen de Consolación. Las andas fueron exornadas con nardos  y claveles blancos en las esquinas. En la delantera iluminaba la talla dos candelabros de guardabrisas.

Con las primeras luces del día la Virgen se acercaba hasta la zona del huerto que hay dentro del Parque, detrás muchos devotos la acompañaban, mientras que delante de la Virgen era difícil andar debido a los numerosos devotos que con sus rezos cantados ponían sonido a un amanecer muy distinto en Utrera. Aunque el día se presentaba con nubes y el cielo no tuvo un azul intenso, nada impidió para que la Virgen de Consolación pasease en el amanecer del día de su Festividad.

Con paso lento de nuevo la Virgen de Consolación atravesó el arco de entrada al Parque, ese que lleva por nombre Puerta del Santuario, por ser el más cercano al mismo. Al compás de sevillanas la Virgen reviraba para volver su mirada al pueblo, a su pueblo de Utrera, ya en las puertas del Santuario. Pasaban unos minutos de las ocho de la mañana cuando la Virgen de Consolación atravesaba el dintel de su casa, no sin antes volver a salir hasta en dos ocasiones a la puerta de Santuario para despedirse de los miles de peregrinos que fijaban la mirada en la portada de ese magnífico templo mariano.

La Hermandad de Consolación y el pueblo de Utrera, con motivo de este Año Jubilar que el Papa Francisco les ha concedido, quisieron  volver a vivir lo que sus antepasados narraban antes de que Carlos III extinguiese la popular romería de la Virgen de Consolación en 1771. Hasta esa fecha la Virgen procesionaba por los alrededores de su santuario en la Festividad de la Natividad de Nuestra Señora.

Este año jubiloso trajo de nuevo esa imagen, una imagen distinta a la que había hasta el siglo XVIII. Pero lo que no ha cambiado, sin lugar a dudas, es la fe y la devoción del pueblo de Utrera a Nuestra Señora de Consolación Coronada.

Fotos: Manuel Pinto Montero.










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