Arte Sacro
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Entrevista a Antonio Burgos. Juan Manuel Labrador Jiménez


 Amigo de la palabra y del arte de saber decir las cosas desde hace muchísimo tiempo, Antonio Burgos, nacido en la ciudad de la Giralda en 1943, responde afirmativamente a la llamada de Arte Sacro cuando se le ruega poder robarle algo de su tiempo y conversar con él sobre algunos temas de nuestras hermandades y la literatura que las envuelve.

En los últimos años, viene presentándose como cronista de cuanto acontece en la urbe, mostrando, sin temor, sus opiniones sobre las diversas cuestiones que aborda en sus sabios y claros artículos del diario ABC de Sevilla. Sin duda, Antonio Burgos es una persona que dice lo que piensa, y lo sabe exponer con educación, aunque a veces pueda parecer muy duro lo que manifiesta en sus escritos.

Juan Manuel Labrador: ¿Cómo se define Antonio Burgos como sevillano y como cofrade?

Antonio Burgos: Soy sevillano, pero no cofrade. Soy un sevillano al que le encanta ir a ver las cofradías, que es la mejor forma de ir a ver la ciudad. Pero no frecuento hermandades ni ambientes cofradieros.

J.M.L.: ¿Cuáles son sus primeros recuerdos cofrades?

A.B.: Como no soy cofrade, no tengo esos recuerdos. En todo caso tengo recuerdos "cofradieros", que es el adjetivo que en Sevilla ha sido sustituido por un sustantivo que todo lo invade. Mis primeros recuerdos de las cofradías son los del balcón de mi casa natal, Bayona esquina a Gradas, en el mismo edificio donde había nacido también el pintor Sánchez Perrier, que luego derribaron para el ensanche de la Avenida. Yo nací en la carrera oficial y desde que abrí los ojos estoy viendo cofradías y escuchando a las bandas tocar la Marcha Real a los pasos que están entrando por la Puerta San Miguel. Aquellas cofradías de después de la guerra y de la riada del 47, con tantos canastos sin dorar, con tantas bandas militares de cornetas y tambores. Con tan pocos nazarenos. Aquella ciudad que se paralizaba de luto el Jueves Santo y no resucitaba hasta el Sábado de Gloria.

J.M.L.: Se dice que cada sevillano tiene su Semana Santa, teniendo su forma de vivirla y de sentirla. ¿Cómo sería la Semana Santa de Antonio Burgos?

A.B.: La de vivir la calle, en soledad. Siempre he dicho que se debe ir a ver las cofradías solo. Incluso dentro de ti hay dos voluntades que se pelean, porque la simultaneidad es el eterno desafío de los días grandes. Al final siempre escojo ver lo mismo de siempre, y en el mismo sitio. Es como desafiar el paso del tiempo. Parece que estás viendo de nazarenos a los padres y abuelos de estos nazarenos, y que tú sigues siendo un niño que les pides cera.

J.M.L.: Dentro del mundo de nuestras hermandades, aparte de su Pura y Limpia del Postigo y su Virgen de los Reyes de San Ildefonso, ¿por qué titulares siente una mayor devoción o especial admiración?

A.B.: Por el Señor de Sevilla y por su Madre del Arco, vamos, por la Pura y Limpia de la calle Bécquer. Pero también por muchas más, secretas, íntimas. Por el Cristo de Santa Cruz. Por la Virgen de la Concepción , vamos, por la Pura y Limpia del Silencio. Por el Catedrático Supremo que sale de la Universidad el Martes Santo. Por la Hiniesta , que era la Virgen de San Julián, el barrio de mi padre. Por la de Gracia y Esperanza, que mi madre veía pasar de niña desde la esquina de la calle Valle, en la Puerta Osario. Por Santa Marta... ¿Sigo? Es que soy capaz de poner el programa, con la lista completa de todas las cofradías, el programa, porque cada cofradía dice algo en tu devoción, en tu sentimiento, en tu recuerdo. ¡Con decirle que le tengo admiración hasta a la Canina y que promoví la restauración de su paso, que lo querían cambiar por uno nuevo, creo que lo he dicho todo!

J.M.L.: Hace escasos días, en su columna del diario ABC, publicó un artículo titulado "Canicofrades". Me imagino que sabrá, como pasa siempre con los artículos, que muchos sevillanos están totalmente de acuerdo con lo que dice, y otros piensan que está equivocado. Pero, a raíz de ese artículo, ¿cuál cree que puede ser el futuro de nuestras hermandades? ¿Prevalecerá lo espiritual o lo material?

A.B.: Veo el futuro de la Semana Santa completamente Munarco: “Mú narco-tizao por lo accesorio, envolvente droga, en olvido de lo esencial.

J.M.L.: Y ya que nos hemos referido a sus artículos, hay uno que, quizás, sea muy especial para Vd., y de hecho, es uno de los que más le gustó al público que diariamente le siguen. Me refiero a "Farol de Cruz de Guía", publicado el jueves santo de 2003, y con el que ganó, además, el Premio Romero Murube de ABC de ese mismo año. ¿Qué sintió al escribir ese artículo dónde recuerda a su padre, y qué sintió cuando premiaron este maravilloso y sentido texto?

A.B.: Es de esos artículos que nunca me hubiera gustado escribir. Hubiera preferido seguir en aquel tiempo en que veía pasar desde el balcón de casa, por la madrugada, a aquel nazareno del farol de la cruz de guía del Gran Poder...

J.M.L.: Entre los artículos escritos por Vd. y referidos a nuestras hermandades y a la religiosidad popular, ¿con cuáles se quedaría, o cuáles cree que han llegado más al público?

A.B.: Me quedaría con "Los zapatitos del Niño", con "Armaos en San Lorenzo", con "Las manos del Gran Poder", con "Calentitos de plata"...

J.M.L.: Asimismo, cabe recordar que es desde 1985 académico de número de la Real Sevillana de Buenas Letras, por tanto, ¿podría decirnos como ve el panorama de la literatura actual entre los escritores sevillanos?

A.B.: Muy poco sevillano.

J.M.L.: ¿Y cree que cuando se escribe de cofradías, mucha gente lo tiende a hacer con algún síntoma de "pregonitis", provocando, por tanto, el surgimiento de una literatura que pudiese ser de mala calidad?

A.B.: El pregón de la Semana Santa no tiene nada que ver con la literatura. Es más: la mejor literatura de Sevilla está fuera del pregón, no dentro: Cernuda, Manuel Machado, Manuel Halcón, Manuel Sánchez del Arco –el de Cruz de Guía–, Manuel Chaves Nogales –el de La Ciudad –, Manuel Ferrand... Y siga poniendo Manueles, como Manuel Mantero. Y añada Rafaeles: Rafael de León, Rafael Montesinos, Rafael Laffón. Y añada a Juan Sierra. La excepción que confirma la regla es Romero Murube. Eso del pregón va por otro lado y por otras personas, ajenas a la literatura habitualmente. Pero le aseguro que hay vida literaria sevillana fuera del pregón.

J.M.L.: Y en cuanto a gente joven, ¿quién consideraría Vd. que es un buen escritor sevillano o que tiene futuro en estos menesteres?

A.B.: Buen escritor sevillano, Carlos Colón. Con futuro, los poetas Rosa G. Perea y Rafael Peralta Revuelta, y los prosistas Juan Miguel Vega, y Eva Díaz, y medio mundo; y me refiero a las páginas sevillanas del periódico El Mundo.

J.M.L.: Nos estamos metiendo de lleno en la literatura... Quizás sería bueno que hablásemos de su última obra, Rapsodia Española. ¿Cómo están yendo las ventas? ¿Cree que el libro ha tenido el éxito que esperaba?

A.B.: Más éxito del que todos esperábamos, incluido el antólogo, que es servidor. Cuando esta entrevista se publique quizá esté ya en las librerías la octava edición, y ha permanecido un chaparrón de semanas como número uno en las listas de ventas.

J.M.L.: Dentro de esta antología, Vd. incluye a poetas que han sido pregoneros de nuestra Semana Santa, como José María Pemán, Joaquín Romero Murube, Antonio Rodríguez-Buzón y Antonio Murciano, pero entre los poetas que incluye y que no han sido pregoneros, ¿quiénes cree que deberían haber cantado a la ciudad en la mañana del Domingo de Pasión?

A.B.: Los que no dieron el pregón están muy bien como están. No les hace falta ninguna. Es como si a los escritores los pusieran a oficiar un funeral o a operar una apendicitis... Tenga en cuenta que Rafael Montesinos no era abogado, que Juan Sierra no era anestesista, que Rafael Laffón no era notario, que Manuel Mantero no es representante de comercio. Vuelvo a insistirle que una cosa es la literatura y otra el pregón. El pregón es un asunto para los que se llaman a sí mismos cofrades; la literatura, para los poetas y los escritores.

J.M.L.: En vísperas de su designación, cosas del destino, Vd. escribió un artículo dedicado al padre Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp. ¿Qué espera de su pregón?

A.B.: Espero que sea él mismo. Y siendo el Cura Ignacio como es, será enorme.

J.M.L.: ¿Cómo considera usted la evolución de la información cofrade en Internet y concretamente la de Arte Sacro?

A.B.: La misma que ha seguido la red, con los mismos avances de este medio portentoso. De aquellas iniciales páginas personales cofradieras de los años 1996 y 1998 a los portales cofradieros y las revistas cibernéticas como Arte Sacro media un abismo. Gracias a Internet, las convocatorias de cultos fijadas en la columnas de la Catedral se renuevan y actualizan al minuto. La labor que ustedes hacen merecería un reconocimiento público, que por mi parte hago aquí humildemente, en lo poco que vale.

J.M.L.: Pues nada más. Muchas gracias por querer atender a Arte Sacro, no sin decirle que tiene abierto el final de esta entrevista para que diga Vd. lo que quiera, o señalar algo que, a lo mejor, no le hayamos preguntado.

A.B.: Solamente espero que el Cristo de la Clemencia me asista en lo que van a largar en los foros por todo esto que me he atrevido a decir en la Muy Cobarde Ciudad de Sevilla. 

Fotos: Francisco Santiago










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