Arte Sacro
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Tres Cristos sevillanos con singulares nombres. Virginia López


cristo millonLas advocaciones marianas, muchas de ellas cimentadas en las letanías, las oraciones y, sobre todo, en las apariciones, e incluso en objetos, naturales o no, son en mayor número que las cristíferas, que incluso pueden estar carentes de ella, pero la Virgen María siempre va a ser renombrada. Si encontramos una imagen cuya denominación sea Virgen con el Niño demos por hecho que perdimos su invocación.

Recuerdo una lámina colgada en la escalera de mi cole centenario de las Esclavas con los santuarios marianos de España. Cada pueblo tiene un patrón o una patrona, una Virgen, una santa o un santo, pero apenas hay Cristos que ejerzan de patronos, lo que redunda en la reducción de sus nombres., aunque fuera asunto de literatura mística con De los nombres de Cristo, de Fray Luis de León.

Sin duda habrá numerosos nombres sin significado religioso, apelativos cariñosos que la religiosidad popular ha ido añadiendo, en este caso tanto a Vírgenes como a Cristos, e incluso hay advocaciones o sacras intitulaciones con que invocamos indistintamente. El caso más significativo o quizá el más extendido es el de Salud. En Sevilla contemplamos hasta 20 imágenes a las que imploramos como Salus Infirmorum, Salud de los Enfermos: 9 Vírgenes (Dolorosas y de Gloria) y 11 Cristos. Muestra de nuestras oraciones más elementales.

Los nombres más curiosos pueden acompañar a la Virgen María pero en Sevilla tenemos unos Cristos con unos apelativos, cuanto menos, muy peculiares.

El Cristo del Millón

Empezaremos por una advocación antiquísima, un Cristo al que le rezaron millones de personas – mínimamente – a través de los siglos. Una imagen muy milagrera además, podríamos contar también por millones – de ahí el sobrenombre – los favores alcanzados a los millones de voces, a los millones de ojos que se alzaron hasta las bóvedas. Un Cristo acompañado por la Virgen María y San Juan, conformando un reconocido Calvario silueteado en la montaña hueca. Es el Crucifijo que corona el retablo mayor de la Cristiandad que no es otro que el Retablo Mayor de la Catedral de Sevilla.

La lejanía, la oscuridad envolvente lo antojaban inalcanzable pero los favores recibidos permitían su cercanía a los fieles, mucho más que la contemplación que ahora podemos obtener en las modernas visitas al triforio.

cristo millon

El Cristo del Millón, con su ampuloso sobrenombre, propio de una ciudad autocomplaciente en la opulencia económica que permitió su talla, es el reflejo más palpable de la promesa celestial que todos esperamos alcanzar.

Desde el punto de vista artístico, esta talla anónima es uno de los crucificados más antiguos de Sevilla. Su menor tamaño y el cuerpo curvilíneo nos indican una iconografía gótica tardomedieval.

Cristo del Buen Viaje

Pero antes de partir al Cielo, nos espera otro viaje, otros avatares, otros rumbos. La vida es una encrucijada de caminos y es paso acompasado por la Imitatio Christi.

salud y buen viajeLos viajeros y peregrinos que partían de Sevilla, solían hacerlo por la Puerta de Carmona, que lo mismo te llevaba al este como al norte. Pasando por la Iglesia de San Esteban, una de las veinticuatro parroquias establecidas por el Rey Fernando III El Santo tras la Conquista de Sevilla el 23 de noviembre del año 1248 – ¡775 años! – veías un Ecce Homo que se asomaba al vano.

La consigna Salud y Buen Viaje musitada, apenas pensada en ese rimero de pensamientos que acompañan al viajero, esperanzado con la partida, aliviado con el retorno, pasó de anhelo a oración y de oración a renombre.

El Cristo de la Salud y Buen Viaje – sin salud el viajero no alcanza su recorrido – es el titular de la Hermandad de San Esteban. Un viejo Cristo para una joven hermandad que cumplirá su primer centenario en 2026.

Desde el punto de vista artístico, esta talla anónima tiene una cabeza de terracota de principios del siglo XVI, a la que se le añadió un busto gubiado en el siglo XVIII. Un Cristo sedente apodado el de la ventana. Es el único Cristo de Sevilla que llora y sus lágrimas son de cristal, como las de la Dolorosa del Buen Viaje, antigua titular de una hermandad trianera y que se conserva en la Iglesia de Santa Ana.

Cristo de las Mieles

La grisura del camposanto, salpicada por el multicolor de flores, acompasan el dolor y la tristeza. El rostro anegado en lágrimas de la Virgen de la Soledad de San Lorenzo a semejanza del broncíneo y agonizante Cristo de las Mieles, Crucificado de enhiesta cruz en el Monte Gólgota, simbolizan la muerte en Sevilla.

cristo mielesEstaba prevista la construcción de una capilla y finalmente el Ayuntamiento de Sevilla encarga este Crucificado a Anronio Susillo y el arquitecto José Sáez López traza el Gólgota. Tras su trágico suicidio, Susillo pudo recibir cristiana sepultura, primeramente en una sepultura de primera clase y en 1940 se trasladan sus restos a los pies de su escultura.

Pocos días después de que los restos de su autor fueran depositados a sus pies, los sevillanos observaron estupefactos que un hilillo de miel brotaba de los labios del Cristo. La mansedumbre del Señor hecha dulzura. De contino pensaron en un milagro. Esclarecido que sí era miel y que sí había abejas porque Susillo había realizado la obra en hueco para aliviarle peso. Así nace su deleitable nombre.

Desde el punto de vista artístico, Antonio Susillo logró realizar una de sus mejores obras, con un tratamiento escultórico que asemejaba a la madera y combinando la tradición sevillana con las vanguardias europeas, como el expresionismo de Rodin.

José María de Mena, qepd y cuyo centenario de nacimiento no se ha celebrado, hacía gala de poseer la máscara mortuoria de Susillo y la legó a la Hermandad de la Amargura – las manos de la Virgen, quemadas en 1893, son obra de Susillo, quien no fue un imaginero religioso – en 2014. Lamentablemente no se muestra al público. Como tampoco se ve la imagen boceto del Cristo de las Mieles que custodian las Esclavas del Beato Spínola.

Añádase a esta imagen la leyenda de que Susillo se suicidó horrorizado por haberse equivocado en la composición de los pies del Cristo. Su suicidio se debió a un cúmulo de inconcusas atribulaciones como deudas y desengaños conyugales y tampoco hay un error en la ejecución. La iconografía es singular, sin duda, pues el pie derecho está clavado en el staticum y el pie izquierdo – con toda la siniestralidad que la superstición atribuye – reposa en el suppedaneum del madero.

Estamos ante el tercer Cristo de la Expiración que hay en Sevilla.

Frente al buen número de publicaciones sobre Vírgenes sevillanas, la bibliografía hispalense carece de estudios colectivos sobre Cristos de Sevilla, que no sean de nuestra Semana Santa.

Fotos: Francisco Santiago y Juan Alberto García Acevedo.










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