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Provincia. Nuestra Señora de los Ángeles, Patrona de Montellano, peregrinó al antiguo Convento franciscano de San Pablo de las Breñas


Manuel Pinto Montero.  Bellas las estampas que nos regaló la Santísima Virgen de los Ángeles en la mañana del 2 de agosto con motivo de su ya tradicional Peregrinación a las ruinas del Convento Franciscano de San Pablo de las Breñas acompañada de su pueblo de Montellano, del cual es Patrona. Este año se realizó la cuarta peregrinación del pueblo de Montellano junto a su excelsa Patrona dentro de las jornadas festivas que vive la localidad con la celebración de los Jubileos.  Estos Jubileos se celebran cada año en torno al 2 de agosto, Festividad de Nuestra Señora de los Ángeles.  El origen de estos tradicionales Jubileos proviene del Convento Franciscano de San Pablo de las Breñas, en las afueras de la población, fundado en Montellano en el siglo XVI, y que durante años fue la única Parroquia del Municipio. Hasta ese lugar acudían los habitantes de Montellano para oír misa y cada 2 de agosto para ganar las indulgencias y el jubileo que el Papa concedía.

Con el tiempo los aledaños del Convento se convirtieron en auténticas fiestas con atracciones y puestos para las numerosas visitas que recibía la Virgen de los Ángeles en su Festividad. Con la desamortización en el siglo XIX el Convento es clausurado y la Virgen de los Ángeles se traslada a la Parroquia que se había construido en el pueblo y será en ese lugar donde continúen celebrándose los Jubileos.

El pueblo de Montellano sigue celebrando estos Jubileos teniendo siempre presente a su Virgen de los Ángeles. La Santísima Virgen es la encargada de inaugurar cada año las fiestas durante su procesión gloriosa. Pero será la mañana del 2 de agosto, día central de los Jubileos, cuando llegue el momento más esperado con la peregrinación de la Virgen de los Ángeles al lugar donde nació la devoción del pueblo de Montellano por la Santísima Virgen.

Cuando aún la luna estaba presente en el cielo y la música de la feria daba sonido a la noche, el pueblo de Montellano se acercaba hasta la Ermita del Cristo de los Remedios, donde la Virgen de los Ángeles, obra de José Manuel Rodríguez Fernández Andes, esperaba en su sencilla carreta de madera. Sentada sobre su trono la Santísima Virgen se nos presentaba con sus galas de pastora, con saya blanca y manto rojo de brocado, coronada por un sombrero y un aro de estrellas de plata. En su mano derecha portaba un bastón de madera junto a un ramillete de flores, mientras que en su mano izquierda sostiene al Santísimo Niño.  

A las siete de la mañana la campana de la Ermita repicaba anunciando el inicio de la Peregrinación. Los boyeros preparaban la yunta de bueyes mientras los devotos poco a poco se acercaban hasta este rincón de Montellano para acompañar a su Patrona. Con el rezo de la salve se inició el camino llegando hasta la plaza de las ranitas donde numerosos caballistas la esperaban para abrir la comitiva hasta las Breñas. Antes de emprender el camino de tierra tiene lugar una hermosa tradición, aunque tenga los mismos años que la peregrinación con la Virgen. El párroco Fray Florencio sube a la carreta para despojar a la Santísima Virgen de su bendito Hijo para entregárselo a las mujeres del pueblo que será quienes se encarguen de portarlo durante el camino.  Esta tradición se instauró de forma espontánea en la primera peregrinación, ya que debido a lo abrupto del camino, el Divino Infante se desprendió de las manos de la Virgen por lo que fue custodiado por las mujeres durante el camino, al año siguiente, aunque el problema ya se había solucionado, las mujeres solicitaron portar de nuevo al Niño durante el camino, por ello el Niño de la Virgen de los Ángeles lo lleva su pueblo durante la peregrinación.

Ya con el Niño Jesús en brazos de las mujeres del pueblo se emprende el camino a los pies de la Sierra de San Pablo. El sol, que tras la sierra se asomaba, baña la blanca carreta y la cara de la Santísima Virgen queriendo ser un peregrino más. Durante el camino también hay momentos para la oración, como los rezos que se realizan a los pies de la Cruz, lugar donde la flauta y el tambor se mezclan con las palmas por sevillanas de los numerosos peregrinos.

Minutos antes de las nueve de la mañana los restos del Convento franciscano de San Pablo de las Breñas vuelven a sentir la presencia de peregrinos, que como antaño vienen para acompañar a su Virgen de los Ángeles en el día de su Festividad. En este bonito enclave a los pies de la Sierra y como testigo privilegiado el Castillo de Cote desde las alturas presencia los rezos de su pueblo de Montellano, que unidos rezan la plegaria a la Reina de los Ángeles.

Junto a las ruinas del Convento se encuentra la Fuentes de las Parras donde se invita a un desayuno a todo el pueblo de Montellano antes de iniciar el camino de vuelta. Minutos antes de las diez de la mañana se inicia el regreso desandando el camino. Una hora después, a las once de la mañana, la Virgen de los Ángeles entraba en su pueblo portada en su carreta hasta la Plaza de las Ranitas donde la Banda de Coripe la esperaba para acompañarla hasta su entrada en el Templo de San José.

Pero antes de entrar, y ante el Cristo de los Remedios, Fray Florencio colocaba al Santísimo Niño en los brazos de su madre entre vivas y el repicar de la espadaña de la Ermita. Nuestra Señora de los Ángeles se postró ante las Hermanas de la Cruz en el Convento que las religiosas tienen en Montellano, los bueyes llegaron a atravesar el dintel de las puertas del Templo. Las voces de las Hermanas y las del pueblo montellanero se unieron para rezar a la Patrona. A penas faltaban diez minutos para las doce del mediodía cuando Nuestra Señora de los Ángeles era bajada de su carreta y colocada en un altar a las puertas del Templo de San José donde recibiría las ofrendas de los caballistas que la han acompañado en este peregrinar hacia el paraje donde nació el amor de Montellano por su Patrona.

Fotos: Manuel Pinto Montero.










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