Arte Sacro
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Crónica de Sacra Híspalis. Teresa de Jesús según Sevilla. Las moradas de una Santa (II)


Arte Sacro. Nunca había pensado la Madre Teresa fundar en Andalucía, ya que el General de la Orden del Carmen, Juan Bautista Rubeo de Ravena, se lo había prohibido expresamente por estar algo disgustado con sus religiosos de Andalucía. Al P. Jerónimo Gracián, le pareció que sería de gran servicio a Dios fundar en Sevilla, como Visitador de los Descalzos, era el superior de Santa Teresa, por lo que ella le rindió la obediencia más perfecta.

Gracián decide que la Priora y las monjas que llevaban para Caravaca fuesen para Sevilla. Llegadas a la ciudad, estas se establecieron en una casa que el Padre Mariano les había alquilado en la calle de las Armas.

La Santa no quiso partir de Sevilla hasta dejar a la Comunidad en casa propia.

En 1576 se marcha, dejando a la Comunidad establecida en unas casas de la calle Pajerías. Diez años después, en 1576, buscando un lugar de más retiro, las Descalzas pasan a ocupar unas casas en el Barrio de Santa Cruz, asistiendo al traslado y contribuyendo al mismo San Juan de la Cruz.

El citado convento fue bautizado con el nombre de San José del Carmen, conocido en la Ciudad como Las Teresas.

Ninguno de los diversos avatares de la historia acaecidos en estos más de cuatro siglos, han ocasionado pérdidas en el edificio ni en obras de arte, por lo que se conservan un importante número de reliquias teresianas, el retrato de la Santa, pintado por Fray Juan de la Miseria por encargo del P. Gracián, así como el ejemplar original de Las Moradas.

Iniciamos el itinerario en el Monasterio de San José del Carmen, dentro del barrio de Santa Cruz. Una vez dentro de la iglesia del monasterio, Irene Gallardo nos habló como Lorenzo de Cepeda, hermano de Santa Teresa, que llegó a Sevilla con rentas de explotaciones propias procedentes de América, contribuyó económicamente a la compra del  convento de las Teresas. El monasterio sevillano de San José del Carmen contiene diversidad de estilos y cronologías como consecuencia del proceso de incorporación de las casas que protagonizaron la etapa fundacional y de las diferentes etapas constructivas promovidas por las reformas, adaptación e incorporación al nuevo edificio. El convento, en lo referente a la distribución del espacio, ha sufrido una evolución que ha dado como resultado una organización compleja en torno y en relación a los espacios libres. Estos se dividen en: compás, claustro y patio de la subpriora, por un lado y de otro en: patio de la bóveda, por hallarse bajo él la cripta de la comunidad y el patio del cenador, vinculado a los servicios para la cocina. Posee jardín trasero, organizado por parterres, con diversas especies de arbolado y plantas ornamentales. El edificio conventual fue en su día un palacio renacentista cuyo patio ha sido convertido en claustro y las estancias perimetrales en locutorio, enfermería, refectorio y portería interior con torno. Se ubican también en el edificio las estancias relacionadas con el Paso dorado, salón, biblioteca y oratorio de la Santa Madre. Poseen diversas reliquias teresianas expuestas en una vitrina de la sacristía exterior, entre ellas el retrato de la Santa, pintado en Sevilla por Fr. Juan de la Miseria por orden del P. Gracián y por deseo de las hermanas. La iglesia es obras de Vermondo Resta. Realizada durante la transición del manierismo al barroco, en el contexto de una arquitectura de corte sobrio, posterior al Concilio de Trento, en conexión con los preceptos de austeridad de la Orden Carmelita reformada. El edificio se terminó entre 1615 y 1618 y a falta de otras modificaciones posteriores, se consagró en 1616.

Salimos en dirección del Convento del Santo Ángel de la Guarda, donde nos aguardaba Fray Juan Dobado, Prior del Convento y doctor en Historia del Arte. Este convento y su iglesia, se erigen a finales del  XVI por los Carmelitas Descalzos del convento de Nuestra Señora de los Remedios, situado en el antiguo Muelle de las Mulas, lugar donde hoy se ubica el Museo de Carruajes y la Fundación González Abreu.

Dadas las tremendas crecidas del rio y las catástrofes que ello conllevaba al convento, así como el excesivo ruido y dinamismo del lugar, pues era sitio central para el embarque, así como para la carga y descarga de mercancías, no era quizás la ubicación más apropiada para un cenobio. Por dicho motivo y entre otros (tal como la movilidad de los frailes para llevar a cabo su ministerio), fray Agustín de los Reyes, provincial de la orden, compró en 1.587 una casa por valor de 5.000 ducados, en el solar donde se ubicó en tiempos el Hospital de la Santa Cruz en Jerusalén, sito en la calle Ancha de la Magdalena, en nuestros días Rioja. Los carmelitas de este convento pasaron por momentos muy difíciles. Contaron para el alivio de sus penurias con la protección del Licenciado D. Martín Ruiz de Vernuy, Oidor de la Real Chancillería de Granada y de su esposa Dña. Beatriz Montoya que socorrieron a los frailes, en 1600 con una dádiva de 2000 ducados de renta y la cesión de unas casas para. El siglo XIX castigó duramente a las órdenes religiosas y ésta del Carmelo Descalzo no se libró. En 1.904, es devuelta a los carmelitas.

Fray Juan Dobado nos acompañó durante la visita a las naves y nos habló de todas y cada una de las imágenes que se encontraban en los retablos de la iglesia.

Salimos en dirección a la calle Zaragoza antigua calle Pajerías, donde se encontraba el primitivo convento Carmelita.

Irene Gallardo nos cuenta que en 1575, Sevilla era la ciudad más populosa de España, puerto y puerta de las Indias. Además de la Catedral, contaba con unas treinta de parroquias, más de 100 hospitales y capillas y representación de todas las órdenes religiosas. Santa Teresa y las hermanas carmelitas, llegaron a la ciudad y se establecieron en una casa que el Padre Mariano les había alquilado en la calle de las Armas. La Santa no quiso partir de Sevilla hasta dejar a la comunidad en casa propia.

Es en 1576 cuando decide marchar, dejando a la Comunidad establecida en unas casas de la calle Pajerías. Tiempo después, buscando un lugar de más retiro, las Descalzas pasan a ocupar unas casas en el Barrio de Santa Cruz, asistiendo al traslado y contribuyendo al mismo el propio San Juan de la Cruz. El edificio actual que podemos ver, no es el original, pues sufrió diversas transformaciones. Vicente Traver, diseñó la fachada basándose en los grabados de una edición de Las Moradas de Santa Teresa, publicadas por el Cardenal Lluch.

Gracias a la superiora Rvda. Madre Inmaculada del Monasterio San José del Carmen (O.C.D.) por permitirnos entrar en su casa y al Rvdo. Padre D. Juan Dobado. (O.C.D.) del Convento del Santo Ángel por las atenciones recibidas en la visita al convento del Santo Ángel.

Gracias a Irene Gallardo por tan interesante itinerario.

Fotos: Fco Javier Montiel

 










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