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Cerca de 90.000 menores asesinados cada año en España, bajo el amparo de la Ley. Ángel Gómez Guillén.


El titular es un poco espectacular. Lo reconozco; pero responde a una triste realidad, porque los niños abortados están en peor condición aún que los menores de edad. Son seres totalmente indefensos a los que no se les permite ni siquiera nacer. Y ese asesinato se comete bajo el amparo de una ley que lo despenaliza en determinadas condiciones. Una ley que ningún partido político por desgracia se mete en tocar. Es triste pensar que en este país se puede matar a tantos inocentes impunemente. Y todo como consecuencia de una sociedad en la que la inmoralidad de las relaciones sexuales fuera del matrimonio ha tomado carta de naturaleza. Y como el SIDA asusta mucho, el mensaje que se da a los adolescentes y jóvenes en la práctica es que da igual el tipo de relación sexual que se tenga, fuera o dentro del matrimonio, heterosexual u homosexual porque hay que hacer lo que el cuerpo vaya pidiendo; pero, eso sí, lo único que hay que tener cuidado es de no coger el SIDA.

Con esa mentalidad ¿nos pueden extrañar los embarazos frutos de violaciones o sencillamente de un erotismo sin encauzar ni dominar tan propio de los años juveniles? O ¿nos puede extrañar que, incluso en algunos matrimonios los hijos sean considerados un estorbo para disfrutar de la vida? Y, puesto que se han buscado unas relaciones sexuales irresponsables, tampoco se quieren responsabilidades de otro tipo… ¿solución? Pues se aborta y ya está. Y este asesinato lo amparan nuestras leyes, y, si lo permitimos los ciudadanos, lo van a amparar más todavía.

Porque algunos sectores de la sociedad y de la política quisieran despenalizar el aborto totalmente. Las ilusiones que yo me había hecho sobre las buenas intenciones de los políticos a favor de la vida con la ley antitabaco, se me han venido abajo. Ante estas cosas los católicos desde luego no nos podemos quedar callados como si fuéramos perros mudos y algo tenemos que hacer.

Ángel Gómez Guillén, canónigo de la Catedral y director de la publicación ‘Iglesia de Sevilla’.

Nota: Artículo publicado en la edición del 5 de febrero de la ‘Iglesia de Sevilla’.










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