Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • miércoles, 8 de mayo de 2024
  • faltan 340 días para el Domingo de Ramos

Y el Humanismo renació en el arte de Clemente Rivas


José Fernando Gabardón de la Banda. El Humanismo va unido a cualquier manifestación artística, no solo es una connotación estética propia del Renacimiento. El hombre como ser moldeable en su propio raciocinio se convierte en un verdadero punto de partida, en la conciencia del ser creador. Se busca en sí mismo su propia esencia teniendo como resultado la construcción de un lenguaje que va más allá de lo puramente estético, que vitaliza la conciencia de su ser en el mundo, verdadero protagonista de la creación.

Los humanistas en el Renacimiento convirtieron al ser humano, al hombre en lenguaje neutro en su verdadero centro de interpretación, en arquetipo de la belleza, en toda la expresión de su propia identidad como ser. En cualquier pintura de los genios del Cinquecento se concibe al género humano como la síntesis de todo lo creado, donde se une la propia naturaleza y el ingenio metafísico, dando como resultado el ideal arquetípico de la belleza. El hombre y la mujer se redescubren en los escenarios bíblicos o pastoriles, en sus propios retratos, en la que el artista concibe a sus personajes con la vitalidad que conlleva la proyección de la propia Creación. Los humanistas recogen la estela platónica, idealiza las connotaciones humanas, lo delimitan, y a la misma vez desafían su propia conciencia, analizando al ser en su propia alma.

Pico della Mirandola, Marcelo Fiscino redescubrieron lo humano en el mundo neoplatónico de la Academia, quizás cuando nunca llegó a desaparecer en la conciencia de la cultura occidental. Lo humanista, la exploración del hombre por el hombre, del ser por el ser, seguiría su camino ajeno al Renacimiento, abriendo los preámbulos del mundo contemporáneo, generando nuevas conciencias de interpretación, que irían desde la propia psicología del retrato, el mundo emocional barroco, hasta su propio interior, a modo de un análisis del subconsciente, una visión freudiana que supieron intercalar los retratistas de la escuela de Londres a finales del siglo XX.

Lo humano como relato del propio arte, como género de creación en sí mismo, que rompe la propia monotonía de la vida, al reflejar los distintos perfiles que conlleva. Lo humano como materia prima del mundo contemporáneo, no solo como un reflejo de una mirada cercana, sino como búsqueda de lo que subyace en cada uno de los perfiles de identidad de cada uno de las personas. Lo humano como reflexión del mundo y de la vida, de su propio destino como consecuencia de su propio ente creador. Lo humano sigue siendo el misterio latente de la propia vida en la conciencia colectiva de nuestra sociedad. El nuevo humanismo contemporáneo rescata al ser humano y lo convierte en la verdadera esencia de su creación. Es posible que en la obra de un creador como Clemente Rivas se pueda proyectar la conciencia del nuevo humanismo propio del siglo XXI, un verdadero relator del alma del retratado.

No cabe duda que en su pintura se encierra una elegancia que manifiesta el propio carácter de su persona, y que lo desborda en un mundo onírico en el que el retrato se convierte sin paliativo en un género artístico. Su visión de la pintura va más allá de lo puramente académico, ya que desborda un mundo de emociones, que va desde lo puramente religioso hasta un canto a la propia vida, en la que la melodía de luces y colores más subrayando su buen quehacer artístico. Es quizás uno de esos artistas que puede presumir de que el arte es el reflejo de un misterio, la búsqueda del descubrimiento constante, de la experiencia compleja de saber utilizar hasta el mínimo detalle la constante vital de la vida, el pulso consciente de la existencia.

Su paleta impregna continuamente una alegría vital a la hora de resaltar la búsqueda concebida de lo que en sí mismo resume su obra, la captación de lo pureza del espíritu humano. No es solo un humanista propio del Renacimiento, como en algún momento lo han identificado, sino que en si misma su obra va más alá de una pura recreación estilística, sino que es concebida como un pintor en lo que lo humano se convierte en su propio paradigma, cuya prestancia se puede encontrar en el seno del arte del retrato, que se convierte en uno de sus más excepcionales cultivadores del comienzo de siglo en la escuela sevillana. No es solo la pintura su reclamo creativo, ya que su faceta creadora se le une el de orfebre y escultor, cerámica y madera, dos constantes vitales en las manos de un creador.

No es de extrañar que su proyección artística vaya más allá que la de su propio pueblo natal, Puente Genil, o la propia Sevilla ya que ha conseguido encargos de su otra patria, Italia. Y es que no hay humanista sin pasar por lo italiano, no hay gran genio que no tenga la huella meridional del arte, como así ha sido una constante en el ámbito de nuestro arte. El lenguaje clásico se regenera con una solidez narrativa, en la que lo figurativo va más allá de lo claramente repetitivo, encubriéndose de una tónica grandilocuente, que va más allá de una pura recreación de imágenes. A ello se le une su amor por el propio arte, por el mero mundo creado, que lo lleva a dedicarse a la recuperación del propio patrimonio, que lo convierte en un excelente restaurador.

Y para completar su faceta polivalente en la creación artística, no debe de faltar la melodía del sonido, ya que su actividad como músico, lo convierte en un verdadero artista polifacético, que no deja indiferente a la hora de concebir una composición pictórica. Quizás como Kandinsky, el juego de la luz y las notas musicales, conciben su genialidad compositiva. Un artista lleno de vida, que encaja perfectamente en la radiografía de esos autores que reclaman su peldaño en ese Jardín de Hespérides, donde mora el espíritu creador.

Su carácter afable, emocional, de intensa alegría, como he tenido la suerte personalmente de comprobarlo, lo convierte en un artista muy cercano a la concepción humana. Un hombre cultivado, pertenece a la Sociedad General de Autores y Editores de España. Muy comprometido con el mundo cofrade, siendo miembro de la Junta de Gobierno de la Pontificia y Real Cofradía de Nuestra Señora de la Purísima Concepción de Puente Genil.

Nacido en Puente Genil, el 27 de diciembre de 1973, es uno de esos personajes que entrelazan su vinculación a lo largo de toda su vida, tanto que el pueblo lo acoge como uno de sus hijos más notable, y el artista se une con su tierra, mostrándole su propia obra artística. Sus primeros estudios lo realizarían en el Colegio de la Compañía de María, en Puente Genil, en la que probablemente ya despertaría ya sus primeras dotes como artista. Su formación profesional la realizaría en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Córdoba, en la que obtendría el título superior de Orfebrería y Platería Artística en el año 2000, a los que se uniría la diplomatura en diseño de joyería y Modelista en Cera, cursado en la Academia Privada de IDIMA de Córdoba, así como sus estudios sobre Gemología. Y es que en sí mismo se unen en una misma persona  

Su primera experiencia profesional como orfebre lo haría en el taller de Orfebrería Díaz Roncero, a la que se le uniría una extensa producción, entre cálices, copones y proyectos de altares. El retablo cerámico ha sido objeto en múltiples ocasiones de un gran número de obras, como el realizado para la patrona de Villaralto (Córdoba), a los que habría que unir los 350 aniversario del Nombramiento Patrona de Puente Genil, los retablos para la iglesia de Santa Ana en Villanueva de las Torres (Granada), el retablo de la Virgen del Rosario de Purullena (Granada), o el retablo cerámico de Nuestra Señora de Gracia en parroquia de Benamejí.

El mundo de la escultura ha sido determinante en su carrera artística, autor de la Virgen del Rocío, para la capilla anexa al Tanatorio Virgen del Rocío de Coria del Rio, en madera de cedro policromado al óleo, cuya orfebrería sería realizado a cargo de Orfebres Gradit de Lucena (Córdoba). Un gran número de dolorosas e imágenes de gloria ha ido realizando a lo largo de su carrera artística como la Virgen de la Asunción de Villanueva de Córdoba, la Virgen de la Soledad de Lucena (Córdoba), la Virgen de la Estrella de Lucena (Córdoba), la Virgen del Valle de Villanueva del Ariscal (Sevilla), la Virgen de la Esperanza de la Roda (Sevilla), la Virgen del Rosario de Montoro (Córdoba). A lo que se une el San Juan de la Hermandad de las Penas de Puente Genil (Córdoba), realizado en 2014. La mayoría de estas obras denotan una excepcional habilidad técnica y sus dotes por el retrato.

Su labor de restaurador ha sido constante en su vida como artista, como lo demuestran las realizadas a la Virgen de los Caminos de Marinaleda (Sevilla), Jesús, el Preso de Castro del Río (Córdoba), la Virgen de la Alegría de Castro del Río (Córdoba), la Virgen de la Cruz de Puente Genil (Córdoba), el San Juan Evangelista de Puente Genil (Córdoba), Nuestra Señora de la Guía (Puente Genil), la Virgen de la Salud, Patrona de Castro del Río (Córdoba), la Virgen de la Victoria del ex convento de Puente Genil (Córdoba), la Virgen de los Dolores de Villaralto (Córdoba), la Virgen de los Dolores de Villanueva de las Torres (Granada) y  la Virgen de la Soledad de Palenciana. Uno de sus proyectos más logrados fue sin ninguna duda la restauración de la Capilla Sacramental de la parroquia de Bollullos de la Mitación en el año 2013.

El arte del retrato como buen humanista lo convierte en uno de sus referentes de su amplia obra. Como el propio artista me hace referencia, el descubrimiento que significó la obra de Ricardo Macarrón fue determinante a la hora de configurar sus retratos, gracias a las recomendaciones de un pintor de Jaén, Julio cámara romero, que vio una vinculación estética con su obra. Macarrón (1926-2004), es considerado actualmente el retratista de la Casa Real, que dejaría plasmado en sus lienzos a cuatro generaciones, desde la Reina Victoria Eugenia de Battenberg, la Condesa de Barcelona, a Don Juan, a las que se unirían un amplio número de personalidades de la vida política y cultural, como la Baronesa Thyssen.

Los atractivos colores, de excelsos matices, que a modo de tapiz enmarcaban a las personalidades, constituyeron un claro referente del género de la pintura de finales del siglo XX, y que sin ninguna duda impregnaría al retrato de Clemente Rivas. El retrato dedicado a S.A.R. la Infanta Doña Leonor, realizada en 2006, hoy conservado en el Palacio de la Zarzuela (Madrid), un regalo de la duquesa de Cardona, mostraría sin ninguna duda la huella de Macarrón, con la utilización de una paleta intensa, resaltando la figura de la niña regia, sonriente, llena de vitalidad, que porta un osito de peluche. Era una muestra excepcional en el tratamiento del retrato infantil, que lo revitalizaría en los últimos años, como podemos apreciar en una de sus composiciones más excepcionales, el acrílico, del 2009.

Una vez más en ella recurre a los fondos de colores diluidos en una maraña de tonalidades, mostrando a una pareja de niños, una de pie, cogiendo a un muñeco de peluche, y la otra, sentada, vestida de duende, que mira fijamente al espectador. Una obra que podríamos incluirlo en una referencia expositiva del retrato del niño a principio del siglo XXI. Los retratos de la mujer son al mismo tiempo protagonista de su obra, entre las que destaca el retrato de Ana Jiménez, a medio cuerpo, de una sustancia moderna que remueve la vitalidad compositiva del retratado o el precioso acrílico de María del Carmen Pariente, del año 2006, en la que se vuelve a encontrar la paleta de tonos sueltos, resaltando a la retratada, que sentada sonriente, mira al espectador.

El retrato masculino se convierte en habitual en su producción artística, con una concepción hiperrealista a la hora de mostrar su propia pose, como se muestra en el retrato de Ángel Ximénez, del 2002, en la que el retratado aparece representado de una manera relajada, con las manos en los bolsillos del pantalón vaquero. El retrato eclesiástico ha sido un exponente amplio en su obra como son los casos de Monseñor Soldini o el Arzobispo Asenjo, que hoy se conserva en el palacio arzobispal de Sevilla.

La pintura religiosa ha sido uno de los exponentes más conseguido de la obra de Clemente Rivas, en la que se puede abordar ya su gusto por el concepto clásico sin perder de vista sus innovaciones estilísticas a la hora de abordar sus composiciones. Su vinculación artística en Italia viene de la mano de Monseñor Soldini, que era el director de la capellanía de los artistas de Siena, quien le invitar a participar en la Bienal de Arte Sacro celebrada en Siena entre los años 2005 y 2006, entre las que se encontraba la composición de la Asunción, una preciosa revisión del tema murillesco, con el rostro de la Virgen mostrado hacia el cielo, en unos tonos azulados.

Sería nombrado Miembro de la Capellanía de Artistas de Siena. Muy pronto comenzaría a retratar algunas de las personalidades eclesiásticas más relevante, como los distintos retratos realizados al Cardenal Soldini. La capilla privada de Monseñor Iceta, Obispo de Bilbao constituye una preciosa muestra de su arte religioso, revitalizando un género que había cuajado en el seno de los primitivos flamencos, en los oratorios privados, en la que lo puramente estético se diluía en su función devocional, en esta ocasión un precioso políptico de tres calles, en la que aparece ubicado un magnífico Calvario, como tabla central, flanqueado en cada esquinas por dos lienzos, San José y el Niño, ambos con corona y el retrato de San Juan de Ávila, y en el otro extremo, los dedicados a San Valentín Berrio-Otxoa y a San Ignacio de Loyola.

El Calvario se concibe como una conmemora escena siguiendo la línea iconográfica barroca, recuerdos a su vez de los primitivos flamencos, en la que el patetismo que subyace en la escena queda plasmado en la representación del propio Crucificado, con la cabeza caída de Cristo muerto sobre uno de los hombros, en la que resalta un suave modelado. La Dolorosa, a modo de Ribera, muestra la cabeza quebrada, muy afligida, con las manos entrecruzadas, en actitud de oración.

La figura de San Juan, mirando a la Cruz, con un mantolín rojo, descubre el gran conocimiento del pintor sobre la pintura barroca. De gran resalte es el marco urbano de fondo, en la que se diluye en un efecto atmosférico neblinoso. En la representación del San José con el Niño, nos refleja su oficio de escultor, con una volumetría quebrada tanto en ambas imágenes, siendo el San José un verdadero homenaje a las figuras roldanescas. De factura muy moderna responde la composición dedicada a San Juan de Ávila, con hábito blanco, portando en una de sus manos una cruz, un excepcional retrato del reformador del siglo XVI. Una vez la volumetría del tallado del Crucificado hace referencia a su habilidad como escultor.

Algunas de las Dolorosas más devocionales de la Semana Santa de Sevilla ha sido objeto de sus composiciones, como la Esperanza Macarena y la Esperanza de Triana, ambas del 2013, un encargo para la Galería Sorolla de Madrid, en la que da muestra de su concepción al mundo del retrato, realzado por los que le rodea. Ambas representadas sin corona, resaltando los rostrillos, con sus singulares miradas. De excepcional factura es el retrato a medio cuerpo de la Esperanza de la Trinidad, realzada su rostro por una soltura de pincelada que delimita todo el análisis morfológico de la imagen de Juan de Astorga. A ella se incluiría la representación de la Virgen del Valle y de la Virgen de la Amargura.

De la misma manera realizaría la representación de las imágenes del Gran Poder y Nuestra Señora de la Merced Coronada, de Bollullos de la Mitación, en la que utiliza unos ricos matices de color. Jesús Nazareno, el Terrible, imagen muy devocional en su pueblo natal, Puente Genil, aparece representado a cuerpo completo, flanqueado por un ángel pasionista en cada uno de los lados, uno portando un martillo y el otro, tres clavos. La rica túnica bordada del Cristo queda perfectamente plasmada en la composición, dejando atrás un fondo cromático de tonalidades diversas. El Cautivo de Málaga, una de las imágenes más devocionales de la ciudad, queda perfectamente definido en el pincel de Rivas, con su portentosa túnica blanca y el escapulario trinitario, con las tres potencias en la cabeza.

Las tonalidades empleadas en el rostro de Cristo denotan aún más la concepción plástica de la obra. En 2018 dejaría otra muestra excelente de su pintura religiosa, un San José con el Niño, ubicado en su taller artesano, realizada para la parroquia de en Málaga. El lienzo dedicado a la Pastora de Cantillana, del 2010, a medio cuerpo, refleja la dulzura del rostro de la Virgen, a medio cuerpo, enjoyada y el famoso sombrero con la tiara de esmeraldas, un excepcional retrato femenino en sí mismo, que va más allá de las connotaciones religiosas. Sin ninguna duda una de sus obras más excepcionales de su pintura religiosa es la dedicada a la imagen del Gran Poder, realizada en 2017, probablemente la imagen más representada de la iconográfica religiosa andaluza.

Una excepcional muestra de la concepción narrativa de su quehacer artístico, situado al Cristo en un primer plano, desde la perspectiva visual de la Cruz al hombro, que realza su porte, con su túnica lisa morada, dejando al fondo en una neblina tormentosa, una atmosfera abigarrada, a la ciudad de Sevilla, en la que se perfila con gran detallismo la torre del Oro o la propia Catedral. Una de esas composiciones en la que probablemente el pintor supo demostrar la concepción retratística en la representación religiosa.  

El mundo hagiográfico ha estado presente a su vez en su repertorio como podemos apreciar en su excepcional retrato de Sor Ángela de la Cruz para la ermita de Cuatrovitas, en la que aparece el retrato de San Juan Pablo II.  La santa aparece representada de forma ascendente al cielo, entre tonalidades amarillentas, a cuyos pies aparece en un medallón el Papa Juan Pablo II, flanqueados a los extremos por la iglesia parroquial de Bollullos y la ermita de Cuatrovitas, una singular recreación del paisaje urbanístico.

Es muy significativo el retrato individual del propio Papa Juan Pablo II, a medio cuerpo, con los brazos entreabiertos, proyectando la virtud de su propio carácter, su afabilidad. Sería realizado en el año 2011, con motivo del encuentro diocesano en Montilla, un encuentro que sirvió de preparación para las Jornadas Mundiales de la Juventud del 2011. Muy singular asimismo es el retrato de S. Pío de Pietrelcina, con una concepción naturalista, en la que el beato aparece con los brazos entreabiertos, a modo escorzado, mostrando una de sus manos, el estigma sangriento de la mano, con un libro entreabierto sobre una calavera, situando al fondo la representación de la Pastora con su rebaño místico.

El cuadro de San Fernando expuesto en el homenaje a Murilllo muestra una interesante revisión en los planteamientos estilísticos del color, así como la revisión contemporánea de la propia composición, siguiendo en este caso la línea iconográfica de portar la espada y la bola del mundo. La revisión que realizó del apostolado de Almadrones realizado por El Greco sería una excepcional muestra del dominio que Clemente Rivas muestra sobre la pintura española tradicional.

Con motivo del IV Centenario de El Greco, en 2014, un grupo de vecinos del pueblo seguntino (Sigüenza-Guadalajara), impulsaron la idea de reponer los cuadros del genio cretense, que habían sido expoliados durante la Guerra Civil, conservados algunos de ellos actualmente en el Museo del Prado, El Salvador, San Pablo, Santiago el Mayor y Santo Tomás; y en USA, San Andrés (Los Ángeles), San Simón y San Mateo (en Indianápolis) y un San Juan Evangelista en una colección privada. Clemente Rivas realizaría los retratos de San Lucas, el Salvador, San Juan Mateos, Santo Tomas, San Simón, San Pablo, Santiago, San Lucas, cuya frescura creativa iría más allá de la de un simple copista. La resolución que le daría a cada una de estas composiciones podemos considerarla dentro de su faceta de genial retratista, y que sin ninguna duda lo convertiría en uno de sus más importantes aportaciones a su carrera como artista. 

El mundo del cartel no ha sido en ningún momento ajeno a su producción, ya que ha sabido desplegar toda su pasión artística. Para la ciudad de Córdoba dejaría constancia de su buen quehacer artístico con el cartel del XXV Aniversario de la Estrella de Córdoba, realizada en 2011, una preciosa muestra del retrato de la cabeza de la Dolorosa, en un suave modelado, y posiblemente una de sus obras más valorada, el cartel de la Semana Santa del 2011, en la que con una concepción barroquista deja constancia en la excepcional representación de la Virgen de los Dolores, una talla anónima dieciochesca, en la que se perfila el intenso expresionismo del rostro y sus manos, en la que prevalece el concepto detallista de su magnífico manto bordado, en un escenario inigualable el puente de San Rafael, con el paso de la Urna al fondo.

En esta obra se volvía a mostrar sus dotes como escultor y orfebre, enlazando por el excepcional tratamiento del color intenso, muy característico de su obra. Las arcadas de la mezquita cubren la escena resaltando aún más a la propia imagen. Otro de los carteles más significativos de su primera las etapa fue el realizado en el 2012 a iniciativa de la Hermandad Matriz de Almonte, del Camino anunciador del Traslado, una obra que no dejo desapercibido a los fieles y devotos que se congregaron el domingo 13 de junio en la que dejaría constancia Clemente Rivas de su exquisito modelado a la hora de representar a la Virgen vestida de Pastora, y el precioso escenario narrativo tanto del cortejo rociero, el propio camino y la excepcional representación de la ermita al fondo. En este cartel empezaría dar gala del excelente colorista que impregna toda su obra.

En el año 2013 realizaría el cartel de Junio Eucarístico de Sevilla, que sería presentado el 25 de mayo en el Real Círculo de Labradores y Propietarios, una preciosa recreación costumbrista en la que aparece en uno de los lados la imagen de San Fernando, con sus tradicionales atributos iconográficos, la espada y la bola del mundo en cada uno de las manos, a la que añade la propia procesión del Corpus, con la Giralda al fondo, y un especial detalle, las letras de Junio Eucarístico con los colores de la bandera nacional, a lo que se le unen los frutos alegóricos de la propia Eucarística, como son las uvas o el trigo. Un escenario teatral en la que juega la propia simbiosis entre los efectos de los colores y la propia luminosidad que envuelve a la composición.

En el 2014 realizaría el cartel del 75 aniversario de la Hermandad del Encuentro de Ceuta. En el 2018 sería designado para realizar el cartel anunciador de la procesión de Nuestro Padre Jesús del Calvario de Montalbán (Córdoba), el llamado “Señor de la Campiña”, en la que nuevamente da muestra de ser un excepcional cartelista, mostrando al Cristo sin potencias y con túnica blanca.

El retrato del Rey Felipe VI ha sido sin ninguna duda una de sus composiciones más conseguida, en la que se combina toda la esencia de sus dotes como artista, su habilidad por el retrato, las tonalidades de matices en su expresión del color y el efecto narrativo de sus composiciones. Se trata de un óleo sobre lienzo realizado para el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Puente Genil (Córdoba), en la que deja constancia de un joven rey, con concepciones hiperrealistas, en la que aparece con los brazos cruzados, con el cuerpo retratado a dos tercios, y una singular expresión relejada en su rostro, por lo que huye de un puro convencionalismo. Es quizás en esta obra donde podemos perfilar la identidad humanista de la obra de Clemente Rivas. Un humanismo ajeno cronológicamente al proceso estilístico del Renacimiento, sino perfilado en la capacidad de concebir a la persona en sí misma.   

En la actualidad su obra ha cruzado el océano para ubicarse en México, donde posee una colección de quince pinturas para las nuevas capillas del Opus Dei de Chihuahua, o la Virgen de S. Juan de los Lagos en Jalisco.

 

José Fernando Gabardón de la Banda. Profesor de la Fundación CEU San Pablo Andalucía. Doctor en Historia del Arte. 

Este artículo se escribió entre los días 8 y 9 de mayo de 2020.

Tratamiento de la imagen: May Perea. Lda. en Bellas Artes










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.