Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • jueves, 2 de mayo de 2024
  • faltan 346 días para el Domingo de Ramos

Pregón del Cofrade (III). Antonio Garcia Barbeito.


 También está el cofrade que prefiere el pregón tipo “intimista”. Eso del intimismo es su locura, y no lo puede remediar. Eso de que el pregonero salga diciendo, por ejemplo…

                   “… En mi casa, mi madre y mi tía Lola, se pasaban tardes y tardes planchando las túnicas de mi padre, de mis hermanos y mía… La muchacha del servicio, que era de pueblo, había traído una mañana de aquéllas, elaboradas por su madre, unas torrijas y unos pestiños. Papá salía por la tarde y se iba a la hermandad, a ver cómo iba todo. Mis hermanos y yo, que habíamos ido a misa en la iglesia al lado de casa, nos reuníamos y hablábamos de qué experiencias nuevas viviríamos ese año junto a los pasos, por la calle… Recuerdo que cuando llegaba el día de la salida de nuestra hermandad, mamá y tía Lola se emocionaban al vernos vestidos de nazarenos. Ese día, Manolo el Tendero no abría, sólo por ver el ambiente de nuestra calle, y siempre nos aconsejaba que fuésemos, en todo, como papá…” Y el cofrade tipo intimista, loco. 

No es fácil. Reconozco que el pregón más comúnmente celebrado es el “lírico”. Ahí hay más cofrades quizá que en ningún otro gusto, pero también tiene sus detractores, sin ir más lejos, el cofrade tipo histórico y el cofrade tipo contenido. Pero así como el cofrade tipo histórico y el cofrade tipo contenido apenas, salvo excepciones, guardan memoria de lo que dijo el suyo, el cofrade tipo lírico se aprende de memoria algunos versos. Pero dentro de los líricos también hay divisiones: los que se vuelven locos cuando sólo nombra a las que según ellos “sólo hay que nombrar para que se nombren todas”, y los que no perdonan un olvido. El pregonero que se empeña en que no se quede ninguna atrás, hace el hombre un esfuerzo sobrehumano y seguro que tendrá que preguntar a más de uno, porque lo más seguro es que no las haya visto todas, o, al menos, en los sitios que los de esas hermandades dicen dónde hay que verlas. Pero el hombre hace su esfuerzo. Y el cofrade tipo “Lírico I”, loco. Porque ha salido el orador, y, por ejemplo, dice…

Voy por las calles andando,

calles de Sevilla llenas

de azahar y atardeceres,

calles con olor a cera

y al incienso que se mece

en cunas de las navetas

y sube después al aire

para escribir el poema

del olor de esta Sevilla

al llegar la primavera.

 

( y el cofrade pregón tipo Lírico I, loco)

Y el orador…

Voy por tus calles, Sevilla,

sin saber a ciencia cierta

si me emocionó mirar

cómo pasaba La Cena,

si el Cautivo que venía

firme en Santa Genoveva,

si el paso del Nazareno

por San Vicente en sus Penas,

si la salida imposible

del Martes en San Esteban,

si el temblor estremecido

por Triana de la Estrella,

o si el dulce escalofrío

que me da mirar la Hiniesta…

(y el cofrade tipo Lírico I, loco) Y el orador, más o menos:

Voy por tus calles, Sevilla,

voy a verte hacer milagros.

Milagro cuando ese Lunes

sienta venir San Gonzalo;

milagro cuando el Refugio

busque refugio en su barrio

y pase, yo no sé cómo,

el Cristo de San Bernardo…

Milagro cuando el Cautivo

que es Cautivo y Rescatado,

cruce tus aires, Sevilla.

Milagro, sólo milagros.

Milagro cuando impresione

la austeridad del Calvario;

milagro cuando me acerque

a ese Jesús Despojado,

y milagro en esa hora

que ni es noche ni está claro,

ese día entretenido

entre dos luces de aguardo,

cuando pase, seguiriya

que se hace saeta al paso,

bulliciosa, impresionante,

la hermandad de los Gitanos…

(Y, claro, el cofrade tipo Lírico I, loco) Pero habrá otro cofrade que salga y diga: “Sí, sí, pero no ha sido como otros, que, sabedores de lo que se cuece en Sevilla, van al grano, y el grano, no te equivoques, son cuatro, cinco, media docena, como mucho…”)  Dios mío, ¿cómo acertamos con los gustos del cofrade sevillano? ¿Pregón tipo Lírico II, mezcla de quien ya sabemos (el Pregón que todos recuerdan, pregón tan viejo) y de otros cercanos? Lo pide el cofrade tipo Lírico II. Y el orador lo sabe. Y primero sale muy cumplido con algunas, aunque él sabe que el fuerte está en lo que está.

Tengo ganas de probar

tu pan bendito y moreno,

tu pan sagrado, Sevilla,

ese pan que en mi recuerdo

es una hogaza de gloria

caliente, honrada, que pruebo

cada año por tus calles,

hambriento, Sevilla, hambriento.

Amasaron ese pan

insignes imagineros,

y en el horno de la fe

poco a poco lo cocieron.

Sevilla, dame ese pan

que trae Los Panaderos…

 

(y el cofrade, loco)

 

Y el orador…

 

Quiero subir a la gloria,

Sevilla, pero no puedo.

Ayúdame tú, Sevilla,

dale a mis ansias el vuelo,

dame aires altos, que vean

mis ojos cuanto deseo.

Donde se mecen las águilas,

Sevilla, subir yo quiero.

Quiero subir a la gloria

de un barrio que aunque esté lejos

se acerca para que sepas

la elevación de su credo.

Quiero subir a la gloria,

Sevilla: llévame al Cerro.

 

(y el cofrade tipo Lírico II, loco)

Y el orador:

 

Más que el del Prado en Madrid,

más que el de Londres, no menos

que los que hay en Nueva York,

más hermoso y más completo

que ese del Loubre en París,

más que todos. Yo me quedo

-cuando quiero contemplar

el arte desnudo y hecho

a la perfecta medida

que requiere mi deseo-

yo me quedo, le repito,

viendo pasar al Museo.

 

Y el otro, loco. Y el orador…

 

Hay un aire que es de muerte

y resurrección a un tiempo.

El luto, como una flor,

abre ya el fruto pidiendo.

Sabemos que se nos va

y que se nos va viniendo.

Sabemos que todo fue,

mas todo seguirá siendo.

Sabemos que son tres días

cuando pasa el Santo Entierro…

 

Y el otro, loco. Y los otros, poniéndole pegas: “Sí, pero eso de ceñirse a una y no soltarla…” Y el orador:

 

A ver si lo entiende usted:

yo le nombro esta semana

con sólo tres nombres, tres:

apunte, si tiene ganas:

la Esperanza de Triana,

Macarena y Gran Poder…

 

(pero tampoco es eso)

Si acaso, por estar donde estamos, el orador diría esto:

 

En la calle San José

toda la belleza habita,

y será la más bonita

esté Ella donde esté.

Aquí mis sueños dejé

con la pasión necesaria.

Y aquí tengo la diaria

razón de mi plenitud,

junto al Dios de la Salud

y contigo, Candelaria.

          Y el otro, loco. Pero habrá quien le ponga peros. Siempre, amigos, siempre. Por eso les preguntaba antes ¿por qué a mí? Ustedes están más allá de la palabra que rima con Gran Poder, con Macarena, con Triana, con Sevilla. Ustedes están en todas las palabras de Sevilla. Por eso les decía que ustedes sólo son explicables en Sevilla, como el letrero en la puerta del convento de Santa Inés. Y basta. Y como sigo viniendo a aprender, y sigo preguntando, permítanme que antes de irme haga la última pregunta que me inquieta, a ver si alguien me despeja esa duda que arrastro desde que llegué a esta ciudad en Semana Santa, ese misterio que no consigo ni desentrañar ni siquiera adivinar:

Si Dios hace lo posible

por que Sevilla sea ella,

y por única la sella

y sólo en ella es creíble.

Si obra es de Dios lo intangible,

¿quién, de forma tan sencilla,

con celestial escobilla

y sin permiso de Dios,

le da una mano de Dios

a esa Semana en Sevilla?

Muchas gracias

Aznalcázar, 13 de marzo del año 2008










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.