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Jaime Raynaud a sus ediles: "Lo que tenga que ser, será". Carlos Navarro Antolín. Diario de Sevilla.


Unos maitines celebrados con calma chicha. El grupo popular en el Ayuntamiento arrancó la semana con pleno de asistentes en la preceptiva reunión. El portavoz Jaime Raynaud llegó a la hora acostumbrada después de pasar el puente del Corpus en su chalé de Almensilla, donde tanto le gusta recibir a los amigos en el porche y relajarse con las labores de jardinería. Tan sólo dedicó unas palabras al cuestionamiento público al que le ha sometido su propio partido respecto a sus opciones a alzarse con la candidatura a la Alcaldía. Se limitó a comentar con un evidente tono de resignación que no era necesario abundar mucho más en un asunto del que todos sus concejales estaban ya al tanto. Instó a todos los ediles a trabajar como si de una semana cualquiera se tratara, hizo el reparto de las tareas de la semana y el recuento de los actos a los que se enviará una representación, dejó una sentencia –"Lo que tenga que ser, será"– y, tras dar por concluida la sesión, se puso a preparar la rueda de prensa que iba a ofrecer Beltrán Pérez sobre las nuevas facturas del caso Macarena y a atender las citas que tenía previamente concertadas en su agenda.

Obviamente, bastaba un somero muestreo de opiniones para captar que el tema del día no era ni el caso Macarena, ni mucho menos la pasada procesión del Corpus, en la que, por cierto, Raynaud sonreía imaginando que sería la última en la oposición del Ayuntamiento. Sólo unas horas después se merendó el teletipo que daba al traste con la ilusión –podría decirse que casi obsesión– de este vecino del entorno de la Plaza Nueva por ser el alcalde de la ciudad. En el mejor de los casos –sería casi milagroso– le correspondería lidiar con el sambenito de ser el candidato menos querido por la cúpula regional de su propio partido.

Milagros aparte, pocos apostaban ayer por la carrera política municipal de Raynaud. Algunos opinaban taciturnos por los pasillos: "Está resignado. Lo que está ocurriendo es del tebeo". Otros tenían una opinión más ecuménica: "Esta situación no es agradable para ninguno de nosotros, ni siquiera para Arenas". Y no faltaba quien apuntaba a la imposibilidad de saber verdaderamente las claves del embrollo: "No sabemos si Javier [Arenas] está presionado por Rajoy. No sabemos si Zoido está verdaderamente informado por Javier. Y tampoco sabemos si Zoido ha sido verdaderamente sincero con Jaime [Raynaud]. No sabemos nada. Lo único de lo que tenemos certeza es de que esta crisis está siendo retransmitida en directo desde el primer minuto. Y eso no le gusta a ningún partido".

Atrás queda el almuerzo mantenido entre Arenas y Raynaud en el restaurante Oriza el mediodía del 24 de enero. "Jaime, tú tranquilo, que eres el candidato al 99,9 por ciento". Rajoy viene a Sevilla el 26 de junio con su particular libreta azul. Mientras tanto, Raynaud –sumido en un período de últimas voluntades– trabajará sin hacer ruido, fiel a su estilo de gentleman, como cuando se niega a rebajar la etiqueta de su atuendo en función de la idiosincracia de los vecinos de la ciudad a los que visita ("Para mí todos los barrios de Sevilla merecen que vaya con corbata") y, por supuesto, quiere irse sin dar portazos, confiado quizás en la proclama que ha iluminado buena parte de su carrera política: "Javier nunca me ha fallado".

Y Javier dedicó la mañana del domingo a jugar al paddle. A lo que nunca ha jugado Raynaud.










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