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El Giraldillo se mueve con tan sólo un viento de 10 km/hora. Ruesga Bono.Diario de Sevilla


Ruega Bono.Diario de Sevilla. El Giraldillo gira, luego la veleta funciona. La escultura de bronce cumple su función original tras haber sido examinada a lo largo de este primer mes en las alturas. Ayer, además, pudo admirarse por primera vez el Giraldillo rematando un alminar libre de tubos, ya que alrededor de las once de la mañana finalizó el desmontaje de los andamios colocados para las operaciones de bajada de la réplica y de subida del original. El compromiso de la Consejería de Cultura está cumplido: el proyecto de reposición de la veleta está conclucido antes del 15 de agosto, festividad de la patrona de la ciudad.

Independientemente de las primeras conclusiones, la Giganta será vigilada con gran precisión a través de internet a partir de septiembre. El equipo de ingenieros prepara con tal motivo un sistema informático que se alojará en el conocido como Cuerpo del Reloj de la torre, situado en el último tramo del alminar. A los ordenadores instalados en este lugar llegará la información que suministrarán una serie de registros instalados en diversas zonas de la escultura. Pese a que los primeros datos con absoluta garantía sobre el funcionamiento de la Giganta no se tendrán hasta dentro de un mes, los técnicos ya manejan una primera estimación sobre la función de la veleta propiamente dicha. Para que la veleta se mueva e indique la dirección del viento basta una racha de 10 km/h, tal como destaca Mario Solís, de la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Sevilla. Todo un éxito, según la interpretación del dato que ofrece el propio director del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), Román Fernández Baca. Este organismo se ha hecho cargo del proyecto de restauración de la escultura.

Que el Giraldillo se mueva ahora con facilidad es muy importante, habida cuenta de que en los últimos años de su vida en las alturas (fue bajado al Patio de las Azucenas en 1997) no era precisamente un referente como veleta. Al estar parte de la estructura interna de la figura completamente corroída, el Giraldillo sólo era capaz de adoptar "cuatro o cinco posiciones". En el peor de los casos se quedaba "estancada en una de ellas". Este problema en el sistema de giro fue, precisamente, uno de los más tratados en las reuniones de trabajo de los técnicos.

En la actualidad, una vez repuesto en la torre, se instala un sistema de instrumentación que permita realizar un seguimiento a distancia de su evolución. La mayoría de sensores se ubican sobre el vástago, un elemento fundamental con vistas a mantener la estabilidad del conjunto. La colocación de sensores sobre la escultura o su estructura interna resulta excesivamente complicada por la "inaccesibilidad de la figura y su carácter giratorio", como explica Solís. No obstante, el sistema de instrumentación permitirá llevar a cabo un seguimiento exhaustivo del estado de conservación de la veleta. Este juego de sensores permitirá registrar magnitudes claves. Toda la información se procesará en los ordenadores ubicados en el cuerpo superior de la torre y que se consultarán vía internet.

Los técnicos evaluarán cómo trabaja el vástago –los denominados "esfuerzos mecánicos"– para lo cual colocan sensores a la altura de la peana. También estudiarán el nivel de las vibraciones mediante "acelerómetros" situados en el vástago, por debajo de los pies del Giraldillo y en el interior de la bola. Esta esfera ha sido también restaurada con minuciosidad (al igual que otros elementos de la figura) y para su subida hasta lo alto de la torre fue empleada la misma grúa espectacular que elevó la figura. Otro aspecto de interés será el estudio de la inclinación del propio vástago, para lo que se usarán "inclinómetros" ubicados en este elemento, por debajo de los pies del Giraldillo y en la cúpula del penacho, por encima de la unión del propio vástago a la torre. La velocidad y dirección del viento se medirán mediante un anemómetro y una veleta situados en uno de los brazos del pararrayos que seguirá instalado en lo alto de la torre.

Uno de los aspectos que más preocupa es la posible corrosión de los materiales. Esta circunstancia fue la que más influyó en el deterioro del Giraldillo hasta 1997. Para hacer un seguimiento al respecto se ha colocado la denominada "sonda de corrosión" en el interior de la peana. Se obtendrá también información sobre la temperatura y la humedad en el interior de la bola y en el exterior. Al conocer ambas magnitudes en el interior de la esfera se puede deducir con precisión la temperatura y la humedad registradas en el interior de la Giganta.

El objetivo de todo este sistema es claro para el ingeniero Solís: "La medida de todos estos parámetros permitirá evaluar el correcto funcionamiento y la estabilidad de la veleta y detectar cualquier deterioro en su mecanismo de giro, así como estar al tanto de la posible corrosión o deterioro que puedan sufrir los materiales".

Con el centro de operaciones en el Cuerpo del Reloj y un acceso remoto vía internet, los técnicos podrán realizar fácilmente los ajustes que se consideren oportunos desde la superficie: "No habrá necesidad de acudir al sistema de control". O, lo que es lo mismo, no será preciso subir hasta el último piso de la Giralda para tomar cualquier medida correctora.

La Consejería de Cultura ha invertido 600.000 euros en la restauración de la veleta y 120.000 en la operación de subida hasta lo más alto del alminar. Este gasto justifica la instalación de un sistema de control del estado de conservación de la figura. El sistema informático de control se activa en septiembre. Por el momento no hay fecha de finalización.










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