Desafío a la lluvia con impermeables entre caramelos. F. P. A. Diario de Sevilla

Lo que se vivió ayer en el Palacio de Exposiciones y Congresos desde una hora antes de que saliera la cabalgata de Sevilla Este fue lo más parecido posible a una escena de Semana Santa en un día de lluvia. Llamadas al Instituto Nacional de Meteorología pidiendo previsiones para las horas que el cortejo de la ilusión pasaría en la calle, itinerario alternativo previsto por si rompía a llover y reuniones de organizadores a modo de cabildo de oficiales para tomar la decisión final, la de salir.

Cuando la primera de las carrozas enfiló la avenida Alcalde Luis Uruñuela, a la salida de Fibes, caían unas molestas gotas que amenazaban con convertirse en chaparrón. La amenaza no pasó de ahí y hasta las tres y media de la tarde anduvieron niños, pajes y reyes repartiendo regalos, caramelos y juguetes. La cabalgata de Sevilla Este salió por séptimo año consecutivo y tuvo un colofón marcado por un espíritu fuertemente navideño. Los niños participantes regalaron cuarenta mantas a los ancianos de la residencia Andex y decenas de juguetes a los más pequeños que residen en la barriada conocida con el sobrenombre del Parchís, un núcleo de viviendas donde residen familias con graves carencias sociales.

En la cabalgata, organizada por la Federación de Asociaciones de Sevilla Este (FASE), desfilaron por primera vez hasta siete carrozas, cedidas por los ayuntamientos de La Rinconada y Castilleja de la Cuesta, y participaron aproximadamente unos doscientos niños. Eso sí, la mayoría llevaba un impermeable junto a la bolsa de caramelos. Por si acaso.

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