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Entrevista a Enrique Esquivias, pregonero de la Semana Santa de 2007. Carlos Navarro Antolín. Diario de Sevilla


“Mi Semana Santa comienza el Domingo de Ramos”

No le gusta la poda de los árboles de San Lorenzo antes de Semana Santa. El sonido de la sierra mecánica es la música que acompaña a la entrevista. Habla confiado en que ha escrito el Pregón que a él le gusta. Luce corbata de luto por su padre, Enrique Esquivias Franco. No rehúye hablar en ningún momento de la polémica votación de su designación. El abogado Enrique Esquivias de la Cruz (Sevilla, 1961) tiene un despacho de hermano mayor presidido por el cardenal Spínola, una foto en blanco y negro de Bueno Monreal y, por supuesto, una instantánea oficial del cardenal Amigo. Mientras, en las oficinas de la cofradía –una corporación con 9.039 hermanos– se trabaja en horario laborable para atender la gestión cotidiana. Y abajo, en la basílica, no cesan los bisbiseos al Señor.

–¿Ha sido usted de esos cofrades que procuraba no perderse nunca el Pregón en el teatro?

–He asistido a algunos en el teatro. Y cuando no he podido ir, por la dificultad de obtener una entrada, los he oído en casa.

–Dicen que lo más bonito de su Pregón es el arranque.

–A mí me gusta todo. No sólo el arranque. Me gusta todo.

¿Cómo es su Pregón?

–Mi Pregón es mi Pregón. Aunque parezca una perogrullada es la mejor forma de definirlo. Es el Pregón mío, fruto de mi experiencia, de mis sentimientos y de mi visión de la Semana Santa.

–Explíqueme entonces cuál es su visión de la Semana Santa.

–Pues la que voy a plasmar en el Pregón. Parto de una regla: el Pregón no tiene regla. Uno dice el Pregón que quiere. A lo largo de la historia hemos visto pregones muy diversos y hermosísimos: pregones líricos, de los llamados, entre comillas, con mensaje, pregones con denuncia, pregones intimistas, descriptivos, que han mezclado estilos, etcétera. Yo no he intentado acogerme a ningún modelo concreto. Ha sido el Pregón de mis propias vivencias personales, tratando de manifestar cómo veo yo a las hermandades y la Semana Santa , volcando mis sentimientos.

–La pregunta no trataba de que desvelara usted el contenido de su Pregón, que no lo iba a hacer. Dígame, al menos, cómo ve usted la Semana Santa actual.

– La Semana Santa la veo en el contexto de la sociedad a la que toca vivir en cada momento. Estamos en una sociedad evidentemente laicista, que ha alcanzado un bienestar social que la ha hecho alejarse de Dios y de todo lo trascedente. La religiosidad popular sigue teniendo fuerza. En época de crisis es cuando las cosas, de alguna manera, interiormente se autentifican.  Este momento de crisis externa pueda servirnos para buscar la esencia en lo interno.

–¿Cuáles son las fuentes de inspiración de su Pregón?

–En mi caso, mi propia experiencia personal. Al día siguiente de la designación, un pregonero me aconsejó que ni se me ocurriera ponerme a leer ningún Pregón a partir de ese momento.

–El pregonero de 2001, Carlos Herrera , confesó que después del Pregón le encantaba recibir toda esa serie de parabienes, aunque no fueran del todo sinceros, porque forman parte del ritual del Domingo de Pasión.

–Creo que en todas esas felicitaciones hay un componente de cortesía. No podemos decir que todo el que te felicita por el Pregón sea un hipócrita. En el mundo es importante agradar. Hipócrita es el que te felicita, se da la vuelta y ya está... largando. Creo que Carlos Herrera tenía razón en lo que decía. Esa cortesía es necesaria tanto en el Pregón como en todo lo demás en la vida.

–La felicitación más pura es, quizás, la que de quien le para por la calle días después sin conocer de nada al pregonero.

–Sin duda, sin duda.  Esa felicitación es pura, auténtica, y no va buscando nada. Me ocurrió, por ejemplo, cuando restauramos al_Señor. Las felicitaciones que me gustaron fueron las de la gente de la cola. Había personas que no iba a volver a ver, que ni siquiera me daban su nombre, y que me felicitaron.

–¿Qué le preocuparía más después de pronunciar el Pregón?

–De los días posteriores no me preocupa nada especial. A mí me gusta mi Pregón. Yo me he quedado satisfecho, muy satisfecho. Es el que yo quería escribir. El reto es transmitir ese Pregón y que le llegue a la gente, que haya conexión entre el pregonero y el público. Si no se produce esa conexión, el pregonero fracasa. Ése es el reto.

Usted formuló en el Foro Madariaga una interesante denuncia al pedir a las hermandades que no caigan en la “trampa” de justificarse como una ONG.

–Es que parece que hoy hay que justificarse con una acción social, lo cual es fruto del laicismo. Aquí parece que las hermandades tenemos que justificarnos con una obra social ante la sociedad laica y   que esa sociedad laica la comprenda. Pues no. Las hermandades hemos nacido para dar culto a Dios y a su Madre a través de la Eucaristía y a través de advocaciones, devociones e imágenes. Otra cosa es que tengamos nuestra tarea asistencial a través de nuestro plan de caridad porque lo dice el Evangelio, no porque tengamos que justificarnos ante nadie.

–De toda la polémica de las votaciones para designar al pregonero de este año, ¿qué impresión o qué sabor se le queda?

–Me he mantenido al margen de todo totalmente. Soy el pregonero y le estoy muy agradecido al Consejo por serlo. Y además he comprobado que las hermandades y los cofrades en general, toda la gente que tiene ilusión por el Pregón y que está esperando el Pregón, también se han quedado al margen de esto. El pregonero es fulano, que soy yo, como lo podía haber sido cualquiera. Y a partir de ese nombramiento, todo el mundo lo arropa, lo respeta y espera con ilusión su Pregón.

–¿En ningún momento se le ocurrió renunciar al Pregón?

–No.

–¿Qué peligros ve usted en la Semana Santa actual ?

–El amaneramiento de lo externo. Estamos olvidando lo interno. La Semana Santa , tal como la entendemos las hermandades, quizás tenga que estar atenta a los cambios que va sufriendo la ciudad, como siempre lo ha hecho, por eso es siempre actual. Se va actualizando. Quien diga que la Semana Santa es una foto fija, o sea capaz de hacerle una foto fija, es que no la conoce. ¿En qué se parecen las hermandades del XIX a las del XVIII? Y así podemos seguir analizando siglos anteriores.

–Algunos han criticado que un hermano mayor sea pregonero.

–Creo que es una circunstancia accidental. De hecho, ha habido varios hermanos mayores pregoneros. Juan Moya, Juan Carlos Heras, Ricardo Mena , Ramón Martín Cartaya... Yo soy el primero de mi hermandad, donde ha habido pregoneros, pero no coincidiendo con el cargo. Esta coincidencia es más un problema para el pregonero, porque compaginar estos cuatro meses el cargo y el Pregón cuesta, pero con buena voluntad y con la ayuda de la junta se sale adelante. La coincidencia es un accidente.

–¿Cuál es de verdad el peso de las cofradías en la ciudad?

–Yo creo que menos del que parece en algunas cuestiones. Hay una gran Sevilla ajena a las cofradías y al Pregón. Algunos cofrades creen que al pregonero lo van parando por la calle todos los días. Es verdad que te paran algunas personas y te felicitan. Te da ánimos gente que no te conoce de nada. Pero también es verdad que hay una inmensa mayoría de sevillanos que no. Yo tengo clientes que ni saben que soy hermano mayor. Recuerdo que uno me lo preguntó meses después de que nos viéramos con relativa frecuencia. De pronto un día me dijo: ‘Oye, ¿tú estás en algo de una hermandad o algo así?’ Hay una gran parte de Sevilla ajena a la Semana Santa. Sin embargo, hay una parte muy numerosa para la que la Semana Santa es muy importante. Y hay un gran público que se acerca a ella con agrado, sin compromiso, bueno... que hay que respetar también.

–¿Estará presente la figura de la mujer en el Pregón?

–Habrá un mensaje dedicado a todo lo que es la Semana Santa. Y la mujer forma parte de la Semana Santa. Digámoslo así.

–¿Se notará algún guiño al estilo literario de su padre, autor de numerosos libros sobre la ciudad y de temática cofradiera?

–Bueno, el Pregón tiene algún homenaje a mi padre, sí.

–¿A usted dónde le gusta ver las cofradías? En los palcos, en las sillas, en la calle...

–Buscándolas por las calles, que es como me enseñaron mis padres.

–Y desde entonces hasta hoy, ¿cómo ha cambiado esa calle?

–Yo sigo haciéndolo igual. Percibí   una gran masificación en los años 80, después ha ido disminuyendo algo, pero creo que el hecho de encontrarte con una cofradía por la calle sigue siendo el mismo. Sigue siendo hermosísimo. Ahí no hay trampa ni cartón. No hay palcos, ni sillas, ni parafernalias. Hay una cofradía en la calle y tú directamente con ella. Sin ningún tipo de barreras de ninguna clase, ni de aparato de ninguna clase. Sólos la cofradía y tú. Ahora hay menos público que en los años 90. El tipo de público ha cambiado en función de cómo ha cambiado la sociedad. Mis primeros recuerdos de la Semana Santa son de finales de los 60 y principios de los 70. Aquella era una Semana Santa preciosa, intimista, había poco público, las cofradías tenían una forma de andar que a veces echo de menos, quizás no buscaban tanto el lucimiento, pero tenían un sentido de la medida que en algunos casos se ha perdido. ¿Y por qué no decirlo? Idealizamos el pasado. Eran los años de los problemas de los costaleros, de cuadrillas incompletas, de los plantes de los profesionales, de la escasez de costaleros... Y los años 70 fueron los de los hermanos costaleros, del boom de la música y de las flores. Y los 80, los de la masificación. En los noventa se estabilizó todo. El público que llena hoy las calles no es el comprometido con las hermandades, ésos somos cuatro, 40 o 400. No más. El gran público que llena las calles es pasivo, pero es el que mantiene la Semana Santa o ayuda a mantenerla.

–¿Cuáles son sus ritos particulares en Semana Santa y los momentos que nunca se pierde?

–A mí me gusta mucho la primera hora de la tarde. Después hay una hora más incómoda, cenital de cada día, que es cuando está la carrera oficial en su apogeo. Por ejemplo, nunca me pierdo el Buen Fin al paso por la basílica cuando cruza la Plaza de San Lorenzo. O Gracia y Esperanza por San Ildefonso.

–¿Y de las vísperas?

–No sabría decirle. Suelo comenzar la Semana Santa el Domingo de Ramos con todas sus consecuencias. Es una opción personal y, además, con ello no pretendo reivindicar nada, ni posicionarme de ningun a forma, pero mi Semana Santa la inicio el Domingo de Ramos. Algún año sí he visto alguna hermandad de víspera. Por ejemplo, conozco la Hermandad del Carmen Doloroso, la he visto algún año. Pero somos animales de costumbres y comienzo la Semana Santa el Domingo de Ramos. Pero insisto: es como si alguien dijera que el Jueves Santo sólo ve las Cigarreras, eso no quiere decir que no le guste Pasión o que quiera suprimir esa hermandad. A mí personalmente me gusta empezar el Domingo de Ramos. La Semana Santa , efectivamente, no es una foto fija y, a lo mejor, hay que ir buscando soluciones a problemas nuevos que se plantean.

–¿Qué le parece que la Semana Santa del año de su Pregón tenga una cofradía más?

–Pues si miramos la historia es un hecho muy poco novedoso. Por mi edad he visto empezar salir en Semana Santa a Jesús Despojado, los Servitas, la Sed, el Cerro...

–Hay quien defiende que la Hermandad del Carmen es minoritaria y está en una zona, la calle Feria , donde hay suficientes cofradías y de gran peso.

–Yo no soy quién para juzgar si debe existir una hermandad. Doctores tiene la Iglesia. Se ha incorporado este año y bienvenida sea.

–¿Le tiene bien cogidas las riendas el cardenal a las cofradías?

–Pues supongo que sí.

–Es el que manda, ¿no?

–Está claro. Es el pastor de las hermandades. Y las hermandades tienen un sentido jerárquico que no se da en otros sectores de la Iglesia. Las cofradías tienen claro que son Iglesia y que ésta es jerárquica.

–Pues muchísimas veces hay conflictos.

–Claro, somos humanos. Las hermandades no somos perfectas, pero creo que el sentido de la obediencia sí que lo tenemos.

Fotos: Juan Carlos Vázquez / Diario de Sevilla










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