La exposición 'El Fulgor de la Plata' muestra la belleza y funcionalidad de la platería barroca
Durante los siglos del Barroco, joyas y utensilios domésticos labrados en plata adquieren un lujo extremo y se convierten en el mejor modo de manifestar el poder y riqueza de las clase privilegiadas. A esta tendencia por la ostentación se suma la Iglesia, que se sirve igualmente de un extenso repertorio de piezas de metales preciosos para incrementar la solemnidad de sus liturgias.
Las piezas de la exposición han sido seleccionadas por su belleza y valor histórico-artístico o técnico entre las más relevantes del abundante patrimonio andaluz y de otras comunidades autónomas, procedentes tanto de instituciones públicos y museos como de colecciones privadas.
La muestra trata de combinar la faceta didáctica de mostrar la tipología y función de los objetos de oro y plata en una sociedad marcada por el lujo con la expositiva de ofrecer una visión de la alta calidad artística conseguida por los principales centros plateros andaluces y de sus artífices más destacados. Aunque comparten rasgos artísticos comunes con las demás platerías hispánicas a lo largo del desarrollo del estilo, las andaluzas introducen matices diferenciadores que las singularizan del resto.
La elección de Córdoba como sede de 'El Fulgor de la Plata' viene justificada por el protagonismo de la ciudad, junto con Madrid, en la platería española del Barroco tardío. Con cerca de 600 plateros en la segunda mitad del siglo XVIII, sus producciones alcanzaron lugares muy distantes de Andalucía, atraída su clientela por sus precios más asequibles y la depurada calidad técnica y artística de sus obras.
Siete secciones temáticas
La exposición consta de siete secciones temáticas que ocupan las tres naves de la Iglesia de San Agustín. La primera, titulada 'El ornamento en la platería barroca', muestra a través unas pocas obras muy representativas los cambios que experimenta la decoración desde finales del siglo XVI, en que se postulan los cambios hacia el Barroco, hasta los inicios del Neoclasicismo en las últimas décadas del siglo XVIII.
La siguiente área, 'La platería: oficio y arte', agrupa materiales, libros y documentos relacionados con la labor de los plateros, entre ellos un barretón de plata procedente del galeón Nuestra Señora de Atocha, hundido en 1622, ejemplares de las ordenanzas que regularon el trabajo de los artesanos o los plomos con las marcas de los plateros cordobeses.
Cabe destacar asimismo en este apartado la exhibición del libro 'De Varia Commesuracion' del platero Juan de Arfe, cuya primera edición vio la luz en Sevilla en 1585 y que es, sin duda, el tratado artístico español que más repercusión tuvo durante el periodo barroco.
El área dedicada a la platería doméstica se divide en dos secciones: una primera, en la nave del Evangelio, sobre plata para la casa en el siglo XVII y una segunda, localizada en la nave de la Epístola, centrada en el siglo XVIII, al objeto de explicar los cambios que sufren algunas piezas con la llegada de la dinastía borbónica al trono de España en 1700 y el afrancesamiento de la corte. Se exponen en este apartados algunos de los objetos más corrientes utilizados en la mesa, en el aseo personal, el escritorio o en el servicio de iluminación.
La sección 'Joyas de adorno, joyas de devoción' reúne una amplia muestra de las joyas más características de los siglos XVII y XVIII. Salvo los ricos rostrillos de Nuestra Señora de los Remedios de Antequera (Málaga) y la del Valle de Écija (Sevilla), realizados ex profeso para adornar las imágenes, todas fueron en su origen joyas profanas ofrecidas a las vírgenes por particulares en señal de devoción y agradecimiento.
Las mejores custodias
El apartado dedicado a la platería religiosa, 'Plata para el culto', ocupa el transepto y la nave central de la iglesia y es la que cuenta con un mayor número de obras. El objetivo es mostrar la aparatosidad y riqueza con las que la Iglesia revistió el culto al Santísimo Sacramento, de tanta devoción sobre todo tras la Contrarreforma.
El mejor testimonio iconográfico de ello es la pintura, reproducida cinco veces a su tamaño real, atribuida a Domingo Martínez y que representa el altar o trono de plata de la Catedral de Sevilla tal y como se montaba, en las primeras décadas del siglo XVIII, para las principales fiestas litúrgicas. La exposición muestra asimismo algunas de las mejores custodias andaluzas, que reflejan tanto el esplendor de las fiestas del Corpus Christi como la capacidad de invención de los plateros.
La muestra se cierra con una sección sobre 'Plata para ceremonias civiles', en la que se exhiben algunos de los objetos -mazas de platas, escudos de maceros, jarros para votaciones, etcétera- realizados por los concejos municipales, que también gustaron del lujo y el derroche en sus actos públicos.
Todas estas piezas tiene como contenedor la Iglesia de San Agustín, una auténtica joya arquitectónica en cuya recuperación la Consejería de Cultura invierte 3.180.000 euros. La conclusión de su restauración, paralizada provisionalmente durante la exposición, está prevista para finales de 2008.