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El primer besamanos de mi Virgen de las Mercedes sin Dolores. Eduardo Fdez. López.


 Eduardo Fdez. López. Llegó y pasó un nuevo 24 de septiembre, con este han sido ya 23 los que he estado con mi Virgen de las Mercedes celebrando su día, desde que no levantaba dos palmos del suelo y de la mano de mi abuela con mi medalla al cuello me acercaba a ella, con mucho respeto y asombro como hoy en día se acerca cada chiquillo a observar tan inmensa belleza.

Pasaron los años y me fui haciendo mayor, pasaba la nochevieja y ya le decía a mi madre y a mi abuela que me fueran preparando la túnica, sacarle el bajo que era el arreglo que había que hacerle todos los años.

Y al llegar septiembre, el besamanos, era entonces cuando deseaba salir del colegio con los nervios al tener un año más la oportunidad de ver a mi Virgen en su besamanos, saludar a los hermanos de la hermandad, amigos y en general todos los fieles vecinos del barrio.

 El barrio que me ha visto crecer, donde he corrido como cualquier chiquillo desde San Juan de Ávila los domingos por la mañana en la misa del cura D. José Luis al puestito de churros junto al mercado, o a comprarle lotería con mi abuela a Rogelio o a Francisco el de la Castellana, días en los que tampoco faltaba mi visita al paso a nivel de Felipe II para ver pasar los trenes, mi otra pasión.

Desde hace 6 años, mi abuela es la primera que visita a su Virgen cuando baja del altar para su besamanos, la que ocupa el primer banco de la iglesia para la función y la primera que deposita las moneditas que encuentra en su monedero para que le den la estampita.

Esas estampas que como dijera aquel, van guardándose de año a año en un sobre en un cajón de la mesita de noche, que de recuerdos ¿verdad?.

 Pero esta historia se ha vuelto a repetir en cierto modo este año, ha sido el primero en el que faltó ella, Dolores, el primer año que no ha podido cruzar la avenida para ir a la iglesia por la mañana, por la tarde y todas las veces que fuera necesario durante el día, para verla a ella y rezarle sentada en uno de los bancos de la iglesia, pidiéndole mucha salud para poderla ver un nuevo Lunes Santo desde su balcón.

Hoy, en mi visita a la Virgen no he podido evitar las lagrimas al besar sus benditas manos y al volverme no verla a ella, sentada en el banco como antes he descrito, pero que le voy a hacer, Jesús Cautivo me da fuerzas para afrontar esta dura vida que a todos nos ha tocado vivir.

Mientras tanto me quedo con el consuelo de que ha estado en todo momento en primera fila junto a su Virgen, junto a su Virgen y junto a mi abuela, las dos se llamaban Dolores, el nombre que tanto pasea la Santísima Virgen por Sevilla, las dos Dolores, los dos Dolores de mi corazón.

Dedicadas a ellas dos, a todos los hermanos, tanto los que han podido estar como los que no pero se han acordado en el día de hoy de su Virgen y en general a todo el barrio del Tiro de Linea, dedico estas 23 fotografías, una por cada uno de los años o primaveras como dijera aquel anuncio que llevo viendo a mi Virgen, la Virgen de las Mercedes coronada.

Fotos: Eduardo Fdez. López










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