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García Barbeito ofreció la guía de pregoneros 2008 en La Candelaria


 Francisco Santiago. Honestamente, me cuesta la misma vida escribir estas líneas desde la posición en la cual me encuentro, porque mi cuerpo me pide que diga: “ole, ole y ole”, pero mi mente me dice: “quillo… que los demás se van a cabrear”.

Y es que ayer escuche mi pregón en la voz de Antonio García Barbeito, un pregón que me hizo recuperar al Barbeito que siempre me tenía embobado, atento a la palabra, al tono de voz y, sobre todo, con la sonrisa en la boca.

¿Por qué un pregón del Cofrade debe de ser triste, melancólico, bucólico, largo, y todos los calificativos que normalmente rodean a un pregón? A las calificaciones de pregones les pasa como al 90 % de los mismos, es decir, siempre es más de lo mismo, pero Antonio volvió a recordarme al que diera otro Candelario en otro atril y en otro barrio.

Y ustedes dirán, ¿pero qué hizo o dijo García Barbeito para que vaya ya por el cuarto párrafo y aún no haya dicho nada concreto? Pues lo que les dije antes, dejar a todos los presentes con la boca abierta y con un estado mezcla de sorpresa y de inmensa alegría con pizcas de jocosidad. Antonio hizo un recorrido por lo que, para un foráneo como él, supone el realizar un pregón del cofrade, sobre todo a la hora de pensar que, haga lo que haga, siempre va a tener a parte del público descontento. Y esto se repite sea como sea el pregón, lírico (hay un lírico volumen II), histórico, místico, etc…  

Por cada tipo de pregón tienes a 10 cofrade contentos (según el tipo) y uno descontento, pero siempre escuchas la opinión del descontento la primera. Antonio puso ejemplos de todos los tipo de pregoneros y en todos sacó un sobresaliente de nota. Miren que es difícil que yo diga esto: ¡el pregón se me quedó muy corto, cortísimo! Es quizás la media hora (más o menos) que más he disfrutado y donde las lágrimas acudieron a mis ojos, pero no por dolor o recuerdos de una infancia, o un olor que ya no está… para nada.

Las lágrimas eran de alegría, las cuales saltaron de tanto bien que hizo Antonio en sus palabras, porque los cofrades no somos una raza de “personajes con traje que levitan”, para nada. El cofrade es el que a la hora señalada está con el Santísimo y a la que también señalan los cánones en la taberna de turno con los amigos y eso fue lo que Antonio nos dio ayer: un decálogo de formas y maneras, un catálogo de estilos, una visión simpática y alegre de lo que son los pregoneros y los que escuchamos y, aunque él diga que no, también se hizo su propio autorretrato.

Gracias amigo Antonio, porque aunque ayer te estreche el primero la mano (tras el hermano mayor, conste) y mi cara no esté en tu base de datos de jartibles, estos treinta y tantos minutos que nos regalaste son el mejor preludio para lo que hoy comienza… La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

GRACIAS, con mayúsculas.

Fotos: Francisco Santiago










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