Arte Sacro
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Puerta Osario. Carteles y cartelitos. Álvaro Pastor Torres.


 Enero siempre llega con la cuesta, los arbolitos navideños tirados en una papelera (palabrita, el otro día había uno de verdad ya marchito en una de la calle Puente y Pellón), las buenas intenciones que nunca llegan a cuajar –porque como las promesas electorales están para no cumplirlas-, y la presentación de los carteles taurino y semanasantero. Y es también ya un rito anual, que cada año se supera, el machacar al artista designado para anunciar los toros en la Maestranza, y, de paso, aprovechando que el Guadalquivir discurre por delante de la plaza, darle también su correspondiente ración de estopa a los comitentes del encargo, cuyos únicos “pecados” son buscar un artista de proyección internacional –sin caer en localismos catetos, pasteleos o componendas varias-, y poner la pasta, que dicen que es gansa. Por el contrario, para los carteles de la Semana Santa, que por lo general suelen chorrear miel de pestiño por las cuatro esquinas del marco, casi todo son, en principio, parabienes y loas. Después, en la barra del bar –ya sabemos cómo son los cofrades- es otro cantar menos adulatorio.

Del collage de Luis Gordillo se ha dicho de todo. Y casi nada bueno. Por columnas, recuadros, blogs, foros y sitios de costumbre han caído rayos, truenos y hasta improperios varios. Rara es la letra del abecedario que no ha aportado su epíteto peyorativo contra la obra del artista sevillano. Predomina la eme (mierda, malo, mamarracho), aunque no le va a la zaga la efe, con o sin variantes (feo, feísimo y feo de cojones). Un problema que tiene es que su protagonista, Manuel Jesús “El Cid”, un torero con una prodigiosa mano izquierda para torear al natural, no tiene poesía alguna, ni tampoco poeta que se la escriba. Y encima su temporada pasada fue nefasta, aunque cortara dos orejas en Socuéllamos y un rabo en Ubrique. Lo mismo otro gallo hubiera cantado si el que sale retratado por Gordillo en el cartel es, un poner, Morante de la Puebla. Entonces seguro que hubiera dado igual que el fondo fuera la plaza de Antequera –que ha sido otra de las pegas puestas al collage-, que como la de Aracena le da un aire a la Maestranza.

Cuando el afiche de Gordillo esté colocado junto a la Bodega El Punto, allá por la Puerta Osario -la de verdad no ésta de papel- , va a dar voces, y los paseantes se van a parar ante ese grito, aunque sea para cagarse en todo lo que se mueve. En cambio cuando el de Semana Santa esté pegado sobre un escaparate de la calle Sierpes poco va a decir, pues la estampita –la patente genérica del término es del compañero Vega- lo único que va a tener de novedoso es el año, 2010, lo demás es un déjà vu.

Nota: Publicado en El Mundo de Andalucía, Edición Sevilla, el Sábado 16-I-2010.










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