Martillo y Trabajadera

El Tercer Milenio

   

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Trabajando por Ella / Foto: Ruesga BonoPara entender a buena parte del éxito de los capataces de hoy, hay que hablar en parte del magisterio que sobre ellos ofrecieron maestros como Salvador Dorado, que puso su saber en manos de Manolo y su hijo Antonio Santiago, Salvador Perales, Jesús Basterra, El Quiqui, Pepe Luque o Manuel Villanueva.

Como en el caso del apellido Ariza, han tenido continuidad otras dinastías, caso de los Santiago y Villanueva. Luego hay otro grupo que surge en parte por la herencia o por una clara afición, caso de Alberto Gallardo, Luis León, Fernando Moreno o Alejandro Ollero.

Pero hay otro factor que en la actualidad manda con fuerza en el mundo del martillo y la trabajadera, marcando paulatinamente el umbral de una nueva época, como puede ser el de las legiones de fieles costaleros al mando de su capataz, ejemplos claros son los de los hermanos Villanueva o el de Antonio Santiago y sus cuadrillas, que según dicen los mas antiguos, nos recuerdan en su peculiar estilo en los pasos de palio, y en la estatura de sus peones , a la ya ilustre y famosísima cuadrilla de los "ratones". Que no dudan en acudir, incluso desde otras provincias, a la llamada de su capataz, ya sea en hermandades de penitencia o de Gloria y a lo largo de todo el año.

Costaleros / Foto: Grupo ASA 24Repercutiendo en que se recupere de nuevo, el casi extinguido modelo de comunión capataz-cuadrilla, lo que en absoluto tiene que suponer la pérdida del cariño, ni del apego a las hermandades, ni siquiera la ruptura del modelo de hermano costalero, ni muchísimo menos la vuelta al trabajo asalariado. Este modelo, será aplicable según los casos, debido a la diversidad de cofradías.

Esta tendencia ha motivado la aparición de un nuevo sector dentro del mundo del costal, donde impera sobre cualquier circunstancia, el seguimiento hacia las labores maestras del capataz, en un nivel incluso superior que hacia el/la Titular que portan, siendo la inmensa mayoría de ellos aficionados.

Por lo tanto, nos vemos en la obligación de reseñar que sobre todo, hay que ser costalero, costalero sin adjetivos anteriores ni posteriores. Con la mentalidad puesta de que se acude a un bendito trabajo como es el de portar sobre la cerviz, los pasos del Señor y de su Bendita Madre, sin maquillajes de lo exclusivamente devocional, aunque oficial y equivocadamente se empeñen en afirmarlo.

Antonio Santiago y Auxiliares / Foto: Francisco SantiagoSólo en lo profundo del alma debe constituir una estación de penitencia y no debe ser tratada idealmente como la de un hermano de luz. Valga como ejemplo el resumen de la arenga de un veterano capataz en una de sus cuadrillas: "Hay trescientos sesenta y cuatro días al año para rezar, hoy se viene aquí para estar concentrados y trabajar"

Por todo esto, no hay que olvidar que esencialmente, en el verdadero costalero siempre existirá una gran dosis afición, y en la afición sigue estando el futuro, por lo que es necesario recordar que los aficionados fueron la base de la mayoría de las cuadrillas tal y como hoy las conocemos.

Y dicho sea de paso, defender a los aficionados, que se les llega a llamar de un modo casi despectivo "neoprofesionales, sacapasos, o deportistas del costal".Esto es intolerable, discriminatorio e injusto. En cuanto a quiénes tienen el derecho a juzgar los sentimientos y la religiosidad interior, magnitudes que son imponderables, e imposibles de valorar.

Haciendo el costal / Foto: Francisco SantiagoComo también hay que constatar, que ciertas hermandades con una nómina de hermanos poco extensa e incluso hermandades de gran nombre y tradición, no tienen capacidad para componer cuadrillas de auténticos hermanos, y recurren a los aficionados experimentados que se presentan a sus igualás, previa selección del capataz o a peones de su confianza para reforzar determinados puestos.

Paliando así con esto la ausencia de personas con afición a ponerse la ropa en estas cofradías y que por su número de hermanos, en directa proporcionalidad, sería bastante improbable llevar y traer los pasos a la Santa Iglesia Catedral.

Dichas cuadrillas están conformadas en forma mixta es decir, con hermanos costaleros y aficionados, enriqueciendo, aún mas si cabe, por la experiencia de unos y de otros, el estilo y las formas, incluso recuperándose los cánones clásicos del andar en alguna de ellas.

Igualando / Foto: Francisco SantiagoEstas circunstancias no han sido obstáculo, sino todo lo contrario, para que exista ningún tipo de problemas de convivencia, o de ruptura del sistema vigente, ni se pretende adulterarlo como en algunos sectores oficiales se empeñan en aseverar. Llevados una gran mayoría de ellos por la devoción, la espiritualidad interior, la convivencia y el cariño de los años portando estas imágenes, determinan el inscribirse personal y voluntariamente, como hermanos de número en estas corporaciones. Dando lugar a otra personalidad digna de mención como es el costalero hermano.

Datos que, aunque no proceden en el ambiente cofrade de los más ortodoxos son totalmente ciertos. Hay que admitir todas estas realidades como son y aceptarlas, gusten o no. Otro aspecto importante a tener en cuenta, es la subida del nivel cultural medio que han adquirido en general la gente de abajo, debido en gran parte al aumento del crecimiento económico de las familias y el creciente desarrollo tecnológico, según recientes estudios, de los que existen datos al respecto.

La propia inquietud intelectual por la búsqueda de lo verdaderamente auténtico y tradicional, el interés por realizar un trabajo mejor hecho y un sano afán de perfeccionamiento, provoca que aumenten la asistencia a conferencias, congresos, tertulias, consultas a páginas Web, bibliografías existentes sobre el tema y por supuesto sin omitirlo, la propia tradición oral de la mano de los mas antiguos.

Preparando el costal / Foto: Francisco SantiagoSintetizando todos estos factores, conducen hasta un inexorable adelanto en la formación técnico-teórica en la manera de portar nuestros pasos, cosa impensable hace algunos años. Traduciéndose en muchas mejoras en las formas y en las técnicas de trabajo, evolucionando hacia mejor, sin perder de vista los patrones clásicos, del andar hecho arte.

Por lo que también, y no excepcionalmente, muchos pasos de Cristo han perdido el estilo de andar tradicional en Sevilla, decantándose por unas formas poco elegantes e impropias de nuestra idiosincrasia, que en algunos casos de rivalidad malentendida, para provocar el aplauso fácil y en otros para Dios sabe qué motivo, rozan lo chabacano y lo absurdo, confundiendo la sevillanía del caminar valiente y poderoso, con concursos de resistencia y movimientos extravagantes, olvidándose de lo majestuoso que es andar para crear arte, siempre se dijo aquello de: "paso dao paso ganao".

Relevo Generacional / Foto: Francisco SantiagoEn los palios se dan circunstancias parecidas a las anteriores, se añora el andar elegante y fino de lo que es simplemente andar, como siempre se anduvo con ellos. Se mantiene una tónica de sosa uniformidad, o por el contrario unos movimientos excesivos y a su vez exagerados. Sin tener en cuenta la justa medida y cadencia que cada palio necesita, con su gracia particularísima. Perdiendo personalidad y rasgos que los distingue de otros palios.

En sincronía con el auge floreciente del hermano costalero, surge progresivamente, una nueva generación de capataces que han tenido acceso a los martillos de diversas hermandades, sin procurarse, un gran número de ellos, la experiencia y la formación necesaria para realizar un trabajo responsable y serio. Haciendo correr riesgos innecesarios en el trabajo que realizan los peones puestos a sus órdenes, poniendo en serio peligro su salud y acortando el tiempo de vida que presumiblemente le pueda quedar debajo de los pasos, con la consiguiente devaluación y empobrecimiento en la manera de andar.

Sábia nueva / Foto: Francisco SantiagoAlentados y puestos al mando por las mismas hermandades o a base de generosos óbolos haciendo valer influencias y simpatías. Controlan así a cuadrillas y capataces en lo que pretenden convertir, que nunca fue, el último tramo de la cofradía, supeditándolos a normas intolerables y absurdas que van desde la configuración de los relevos, las listas de espera, la intervención en igualás en cuanto a personas y números de ellas en las cuadrillas, el límite de años de los costaleros o el número de cofradías a sacar antes que la propia y en el colmo de lo absurdo las que pueden sacar después, sólo con el solapado motivo de la eliminación del costalero que se le presume mas afición que devoción y siempre con la espada de Damocles pendiendo sobre su cuello en un hipotético caso de desobediencia, no importándoles como vayan los pasos de su hermandad sino que lo lleven hermanos.

Esta gravísima irresponsabilidad pone en peligro las figuras del costalero, por la discriminación del mismo que supone y del verdadero capataz con personalidad, que siempre fue de aprendizaje en la vieja escuela, por herencia y una gran afición, independiente, riguroso en el trabajo y con la responsabilidad del devenir de los pasos que manda, frente a la hermandad. Pudiendo pagar sus errores con la pérdida de la cofradía, y lo que es mas; la pérdida del reconocimiento y prestigio.

Auxiliar y costalero macareno / Foto: Francisco Santiago"Idolatrados" por unos, "odiados por otros", los capataces se han convertido en una parte importantísima dentro del ámbito de las hermandades y cofradías, donde las igualás se convierten en todo un rito y el ser o no aceptado dentro de una cuadrilla, es motivo de lágrimas. Igualmente, las cuadrillas se reúnen periódicamente en convivencias de hermandad con sus respectivos capataces y auxiliares, siendo parte viva y activa del mundo cofrade de nuestros días.

Los auxiliares van tomando relevancia en el entorno de la trabajadera y el martillo, haciendo piña conjunta en este tríptico de fe, afición e ilusión que conforman junto a capataces y costaleros. Preservando y asegurando con su aprendizaje y derroche de afición al lado de los maestros mas insignes, el futuro de lo que será a la postre el magisterio de las sevillanísimas y tradicionales formas de conducir nuestros pasos.

Tal es el grado alcanzado hoy en día por su conjunto, que incluso llegan a ser portada de periódicos cuando se producen relevos en el mando de los pasos, como ocurrió al tomar el mando de La Esperanza Macarena, Antonio Santiago y su auxiliar Ernesto Sanguino, o fueron noticias importantes los cambios de martillo en las hermandades, respecto a las dinastías de los Ariza o los Villanueva, en el Señor del Gran Poder.

 

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