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GPS en el corazón de la Cava. Claudio J. Castillo. Diario de Sevilla.


La indigente que el resto del año dormita en portales de Santa Cecilia y Las Aceituneras amaneció ayer vestida de gitana y envuelta en un mantón bordado. Llevaba un botellín en la mano, un cigarro en la otra y los ojos hinchados de llorar. También ella sucumbió a la marea verde de Triana que volvió a manar de Santa Ana por tercer año consecutivo, en una riada de devotos y enganchados que sigue siendo canon a imitar por el resto de hermandades rocieras.

Estampas del siglo XIX con tecnologías del XXI. La carreta de la Blanca Paloma estrenó ayer sistema de localización por satélite (GPS), un detector de unos cuatro centímetros de grosor que el prioste de la hermandad ha escondido a la derecha de la delantera del cajón. "Recibimos una orden para instalarlo, que atendía a razones de seguridad y de colaboración con el plan de tráfico de la romería del Rocío, por lo que decidimos dar el paso", comentaba a las puertas de Santa Ana el alcalde de carreta, el rejoneador Javier Buendía, todavía con la carreta vacía y la catedral trianera llena en la misa de romeros.

El cardenal arzobispo de Sevilla habló en su homilía del amor que fluye en las hermandades rocieras, una relación fraternal que puso como base de la religión cristiana. También Carlos Amigo Vallejo cayó atrapado en la magia y el tirón de la decana de las hermandades rocieras hispalenses, como atestiguó de su propia boca: "Es que es contagioso; vienes a Triana y parece que se anda de otra manera y que te llevan en palmas. Seríamos unos inconscientes si no respondiéramos a los sentimientos de Triana".

Comentaba el arzobispo sus emociones justo en el dintel de la puerta principal de Santa Ana y a escasos segundos de que se produjera uno de los instantes más emocionantes de las tres horas de camino por la margen izquierda del Guadalquivir. Mientras el prioste primero, Javier Tejido, instalaba el simpecado de la Virgen Chiquita en la carreta de plata, su segundo, Luis Mejía, rompió el silencio con una sevillana cantada a pelo y con suave cadencia: Triana, siempre Triana/las mismas caras de siempre/siempre con las mismas ganas/siempre con el mismo duende/Hacer contigo el camino/es lo que me da la vida/al lado de mis amigos.

Una salva de vivas y los sonidos de los primeros cohetes pusieron el color y el calor a una mañana fresca, con cielos grises y amenaza de chubascos que quedaron en una fina llovizna que no llegó siquiera a mojar el suelo. Por si acaso, la funda de plástico cubrió el simpecado en la calle Vázquez de Leca, justo después de los famosos vivas del mudo de Triana y antes de que el delegado del distrito, Alberto Moriña (PSOE), le hiciera entrega de un ramo de flores a pie de la Casa de las Columnas.

Con sus clásicos mazos de naranjas, limones y espigas con uvas, la carreta de Triana lució ayer adornada con una sola flor y en un único color. Astromelias color fresa, explicó el prioste, montadas en ramos dimensionados y enjutos, al gusto de la corporación de la calle Evangelista.

Avanzando por Pureza bajo los banderines y guirnaldas que adornaron las calles por la salida de María Auxiliadora de la parroquia salesiana hace una semana llegó el cortejo a las puertas de la Capilla de los Marineros, con la Esperanza, ayer, tocada con manto celeste. Eran ya las 9.45, y tras el canto de la salve cayó la primera lluvia de pétalos de la jornada.

Triana paseó a gusto y sin agobios, adelantándose al reloj de las previsiones al despedirse de Sevilla antes de las doce de la mañana. El ángelus, que usualmente se reza con retraso ante el Cachorro, se entonó a la salida de Chapina en dirección al Aljarafe. Y ello, pese a la masa humana que arrastra por las calles del barrio y a las grandes cifras que rodean al Rocío de Triana: 5.000 peregrinos hacen el camino, un millar largo de caballos preceden a la carreta, treinta carretas forman detrás, un centenar de coches de caballos, 200 todoterrenos con carteles y alrededor de 300 camiones para dormir.

En su tercer año con la vara dorada, José María Jiménez, hermano mayor de Triana, dejará el cargo tras la romería "con la satisfacción del deber cumplido". Ha sido un mandato con novedades –salida consecutiva desde Santa Ana, donde el simpecado llega desde la capilla de Evangelista en Rosario de la Aurora– y con proyectos en marcha como el Rebeca, en Castilleja de la Cuesta, destinado a adultos con síndrome de Down, y la escuela-taller, ideas que Jiménez dejará en manos de su fiscal primero, José María Machuca, a quien ayer postuló para que lo releve al frente de la hermandad en el próximo cabildo de elecciones.

El grueso del gentío llegó en el Altozano, y acompañó a la hermandad por San Jorge y Castilla hasta la Parroquia de la O, donde otro año más se repitió el rito de entrega de un cirio del palio para alumbrar las noches del camino. Antonio Espinosa, el carretero de Triana de los últimos 60 años, veía cerca ya su respiro. "Mi mejor momento es cuando salgo de Sevilla y se acaba la bulla, sobre todo por miedo a que pase algo", asiente ese hombre de campo oriundo de Los Palacios que el pasado 25 de abril cumplió los 80 años. Y es que el susto de arrollar a alguien no se te quita, y menos con tantísima gente como ayer se citó en derredor de la hermandad. Para cuando Currito y Hechicero, los dos toros retintos de la ganadería moronense de Ibargüen, alcanzaron el Cachorro, el último tramo de Castilla acusaba el poder del merchandising. Había tenderetes de camisetas con el reclamo del Rocío de Triana, se vendían medallas, estampitas, agua, cerveza. Los sones de la flauta y el tamboril tocados por el Cele, se alejaban por el Aljarafe en busca de las arenas, donde se forjan las historias del camino.

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