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La Piedad y los Dolores de la virgen en Sevilla. Primera parte: Origen y desarrollo del tema iconográfico de la piedad. Reyes Pro Jiménez


Entre las representaciones de los distintos momentos de la Pasión de Cristo, la Piedad es sin duda uno de los temas más conmovedores y humanos que podemos ver en el arte cristiano, pues refleja la desesperación y el dolor, pero también un profundo desamparo ante la realidad insufrible e incluso un sentimiento de resignación. 

No obstante, el tema de la Piedad no se contempla en los textos canónicos sino que tiene sus raíces en la más profunda devoción popular; no se menciona expresamente en los Evangelios, en ellos sólo aparecen referencias al dolor de María en San Lucas (2, 35): “… y una espada atravesará el corazón para que se descubran los pensamientos de todos”.  


Piedad Primitiva de la Hermandad de la Sagrada Mortaja, antiguo Convento de la Paz de Sevilla. Foto: Archivo de la  Hermandad de la Sagrada Mortaja.

Las imágenes de la Piedad nos muestran a la Virgen sentada sosteniendo sobre sus rodillas el cuerpo de Jesucristo tras ser desclavado de la Cruz. Son dos los protagonistas de la escena, pero las raíces de la iconografía que hoy conocemos de la Piedad podrían encontrarse en un tema en el que aparecen varias figuras: la Lamentación sobre Cristo Muerto, donde La Virgen, San Juan y otros dolientes centran su atención en Cristo. Este tema coral procede del Oriente cristiano y se ha considerado derivado de los cantos fúnebres de lamentación bizantinos, concretamente de los θρῆνος o threnos, aunque deberían estudiarse como derivación de los ἐπικήδειον  o epicedios, pues estos se cantaban en presencia de la persona fallecida contrariamente a los threnos.

Pero el tema iconográfico de la Virgen de la Piedad no es simplemente un fragmento de otro sino la expresión de un sentimiento místico y de un momento especial de la Pasión,  que toma como referente la iconografía de la Virgen con el Niño pero con el Hijo muerto después de su Pasión.

Así, el grupo de la Piedad se centra en los dos personajes fundamentales: María y su Hijo, y el punto de interés iconográfico y compositivo del grupo es la Virgen, su dolor ante el Cuerpo inerte de Cristo que descansa en las rodillas y en los brazos de la Virgen. En la escena de Lamentación el centro es la figura de Cristo, cuyo cuerpo depositado en un sudario o en el sepulcro está rodeado del dolor de los llantos y lamentos de todos los personajes presentes en la escena: la Virgen, San Juan, la Magdalena, María Salomé, María Cleofás, José de Arimatea y Nicodemo.

 

Pedro Millan. Llanto sobre Cristo muerto, ca. 1490.
Museo del Hermitage, San Petersburgo

Por tanto, aunque en apariencia pueden parecer iguales o muy similares, La Piedad y la Lamentación (que también se le llama “Llanto” o “Planctus”, aunque esta denominación se aplica sobre todo a obras literarias y musicales) representan dos momentos diferentes que tendrían lugar entre el Descendimiento y el Santo Entierro.

También existen variaciones en la composición de la escena. De los dos personajes habituales puede derivar a cuatro, añadiendo al conjunto María Magdalena y San Juan; éste último, normalmente, atiende la cabeza de Cristo, mientras la Magdalena se encuentra a los pies del crucificado. Además pueden existir conjuntos de seis, siete u ocho personajes: los cuatro ya citados se completan con una de las dos parejas formadas por María Salomé y María Cleofás o bien, por Nicodemo y José de Arimatea o, en otros casos, la composición incluye todas las figuras nombradas. Se componen así algunas iconografías intermedias entre la Piedad y la Lamentación.

Además la iconografía de la Pasión incluirá la escena en la que los componentes de la misma ayudarán al entierro de Cristo con distintos cometidos (envolverlo en la sábana, acercar los ungüentos, etc.), sin abandonar la actitud llorosa y de lamentación ante su muerte, sobre todo en las imágenes de la Virgen y la Magdalena, componiendo otro tema iconográfico: el Entierro de Cristo, muy presente en el Renacimiento y en el Barroco.

Tenemos numerosos ejemplos posteriores al momento medieval en los la Virgen lleva la advocación de Piedad, aunque la vemos en un grupo que iconográficamente representa la Lamentación, como por ejemplo el conjunto de imágenes procesionales de la Hermandad de la Sagrada Mortaja de Sevilla. Si bien es cierto que la imagen primitiva de esta Hermandad sigue la iconografía de la Piedad, estando representada sólo la Virgen y Cristo en sus rodillas. 

La Sagrada Mortaja, imágenes de Cristóbal Pérez y esc. de Roldán, S.XVII.
Foto: Mariano López Montes

Nos centraremos únicamente en la iconografía del grupo que componen las imágenes de Cristo muerto y la Virgen, en el origen de dicha iconografía de la Piedad y en algunos de sus ejemplos más tempranos, que puedan ser datados antes de mediados del XVI, de los ubicados en Sevilla.

 

Iconografía de la Piedad 

La iconografía de la Virgen sosteniendo el cuerpo de Cristo muerto se conoce generalmente con el nombre italiano de Pietà, y sus traducciones a distintos idiomas (Piedad en castellano), no porque las representaciones italianas sean las más antiguas sino ante todo por la popularidad y significación de algunas realizadas en Italia (pensemos en la Piedad del Vaticano, obra de Miguel Ángel). De hecho cuando el tema llegó a tierras italianas ya tenía largos años de trayectoria y su origen estaba fuera de las mismas. 

También hay que tener en cuenta que esta iconografía tiene una gran similitud con otras de la Virgen. Así, tiene algún paralelismo con la iconografía conocida como Virgen de la Humildad (que si tiene un origen italiano), en la que María aparece sentada en el suelo mientras sostiene y amamanta al recién nacido en una actitud maternal. Hay  una cierta similitud respecto a este prototipo en una actitud tan humana, sencilla e íntima como la de amamantar al pequeño Jesús, quien se ve sustituido por el Crucificado descendido de la cruz, por el Hijo torturado, crucificado y muerto, y los pañales que envuelven al Niño por la mortaja. 

La Virgen que vemos representada con la iconografía propia de la Piedad puede tomar diversas advocaciones, no sólo la de Piedad, según el tiempo y el lugar: Virgen de la Piedad, Virgen del Traspaso, Virgen de la Amargura, Virgen de la Caridad, Virgen de la Soledad, Virgen de las Angustias, Virgen Dolorosa o de los Dolores (de las más propagadas en todos los rincones de España), y por otro lado, conviene diferenciar esta iconografía de la advocación de gloria de Piedad que reciben algunas imágenes, como por ejemplo la Virgen de la Antigua y Piedad, patrona de Iznajar, obra del círculo de Mercadante de Bretaña, terracota datada aproximadamente en la década de 1460, y la Virgen de la Piedad, también imagen de Gloria, patrona de Albaida del Aljarafe.

Tradicionalmente suele admitirse para los grupos de la Piedad una clasificación iconográfica basada en la postura adoptada por el cadáver de Jesús:

- La más temprana es la que nos muestra a Cristo tendido rígidamente sobre las rodillas de su Madre, registrándose una triple variante, en función de que su cuerpo aparezca en posición escalonada (muy erguido), horizontal o describiendo una línea diagonal que favorece una mejor contemplación de su figura. Es frecuente que la cabeza y a menudo el torso del Señor queden sujetos por una mano de la Virgen, para evitar su desplome y sus piernas, sobre todo en las llamadas por Walter Passarge “Piedades horizontales”, forman un ángulo más o menos recto; los brazos pueden aparecer extendidos por ambos costados, recogidos sobre el vientre, o uno caído.

- Ya a partir del siglo XV comenzará a propagarse un nuevo modelo de Piedad, que alcanzará un gran éxito durante el Barroco, en el que el cuerpo de Jesús resbala hacia el suelo y se extiende hacia los pies de su Madre, sobre cuyas piernas únicamente llega a apoyar la cabeza y parte de la espalda.

- Existen otras variantes de la iconografía del tema de la Piedad a lo largo de la historia del arte hasta la actualidad, dependiendo de dicha postura del Cuerpo de Cristo que puede aparecer incluso en vertical, como ya hizo Miguel Ángel. 

En cualquiera de las modalidades anteriores, lo más usual es que el cuerpo de Cristo yazca orientado con la cabeza hacia el lado derecho de María, a fin de que el espectador pueda reparar en la sangre que mana de la herida de su costado, aunque tardíamente puedan proliferar las excepciones a esta norma.

 

Orígenes y fuentes de la iconografía de la Piedad

El tema iconográfico de la Virgen sosteniendo el cuerpo de Cristo nace a raíz de la espiritualidad y de los textos de los místicos medievales. La Piedad no podría faltar en las devociones y celebraciones cristianas, incluso podría decirse que es la trasferencia del dolor y del sufrimiento de la Pasión a la figura femenina, siendo algo así como una Pasión de María. Junto a la figura de Cristo torturado y crucificado tenemos a la Virgen, Madre Dolorosa.

En la célebre Leyenda Dorada, Santiago de la Vorágine habla de la Virgen de los Dolores de la Virgen, basándose en el Evangelio de San Juan y lo más interesante bajo el punto de vista iconográfico que Vorágine relata es que María “...cuando Cristo ya muerto fue bajado de la Cruz recibió su Cuerpo en su regazo...”. En la Lamentación o ‘Planctus Mariae’  el cisterciense Ogiero de Locedio (1136 - 1214) describe el cuerpo de Cristo muerto sobre las rodillas de su Madre y las emociones de indescriptible dolor que Ella padece como una forma de llegar al corazón de los fieles. Además en una loa religiosa muy conocida en los conventos, el Stabat Mater del franciscano Jacopone da Todi (1236-1306), se recuerdan los sufrimientos de María. El tema también aparece en las Meditaciones de Pseudo Buenaventura (escritas sobre el año 1300) y en la obra de Enrique de Berg (1295-1366). 

La Piedad es pues un tema muy desarrollado en la literatura piadosa franciscana, dominica y cisterciense y pieza fundamental en el contenido de los Breviarios de Pasión utilizados en las congregaciones de monjas. Sobresale en las obras de dos místicas: Santa Matilde de Hackebom (1241-1289) en su Libro de las especiales gracias y Santa Brígida de Suecia (1303-1373) en sus Profecías y Revelaciones, quien destaca las palabras con las que la Virgen nos describe sus sentimientos: “…me pareció como si me hubieran perforado mi propio corazón cuando vi a mi querido hijo traspasado. Después lo descolgaron de la cruz y yo tomé su cuerpo sobre mi regazo”.

La devoción a los Dolores, a las Angustias de la Virgen María y por tanto a la Piedad, fue también extendida por la orden de los de los Siervos de la Virgen o Servitas, fundada por siete patricios de Florencia a mediados del siglo XIII, cuyo principal cometido era el meditar sobre la Pasión de Cristo y los Dolores de su Madre.

En el desarrollo y extensión de esta iconografía influye poderosamente el desaliento de los habitantes de los territorios del centro de Europa que en el siglo XIV padecen grandes calamidades: la Guerra de los Cien Años (1337 a 1453), la Peste Negra (desde 1346 según las zonas)… estas guerras, epidemias, hambrunas y pestes conturbaron la población haciéndole pensar que todos estos hechos eran consecuencia de un castigo divino.

En este contexto la Piedad será un tema iconográfico que encuentra su mayor expansión pues surge entonces la necesidad de acudir al amparo de una protección especial: la Virgen María como Piedad, representación con la que la población se podía encontrar cercana mediante su identificación con los padecimientos de Cristo, en una vida repleta de desgracias, peligros y dificultades. Los artistas se fijan en los episodios de la Pasión y en los textos místicos, en escenas patéticas que podían conmover y originar compasión entre los devotos cristianos.

Por último, el tema de Cristo muerto conllevaba la espera de la próxima Resurrección, al igual que el devoto tenía su esperanza en la resurrección a la vida eterna. Podemos ver muchos ejemplos de la Piedad como un grupo de pequeño tamaño, de acuerdo con el ámbito de las devociones particulares o privadas, teniendo frecuente ubicación en capillas funerarias.

De esta forma desde la Edad Media, sobre todo desde el siglo XIV, el tema de la Piedad tendrá un gran número de representaciones artísticas con ligeras variantes según la época en la que nos encontremos.

 

La imagen de la Piedad, en el Vía Crucis y en los Siete Dolores

Además de los textos místicos medievales los ejercicios y prácticas piadosas de dicha época también contribuyeron a la fijación del tema iconográfico de la Piedad, concretamente la tradición de la práctica del Vía Crucis en conmemoración de los pasajes de la Pasión y la consideración de los Siete Dolores de la Virgen. 

En el Vía Crucis el tema de la Piedad estaría representado en la Decimotercera Estación: Jesús es Descendido de la Cruz y puestos en brazos de María, su Madre. En cuanto a las conocidas “Siete Angustias”, o “Siete Dolores”, conjunto de sucesos de la vida de la Virgen María que resaltan su dolor en varios momentos de la Pasión, que también son llamados los “siete cuchillos” y en muchas ocasiones la Virgen de la Piedad o dolorosa porta en su iconografía como atributo un corazón traspasado por siete espadas o puñales, que simbolizan otros tantos dolores. El origen de esta práctica piadosa es alemán y temprano en la Edad Media, pero fue fijada en su número y por primera vez oficialmente celebrada en 1423 en la ciudad de Colonia por el obispo Teodorico de Meurs.

 

La Virgen de la Piedad de la Hermandad de la Sagrada Mortaja:
el Corazón y los siete puñales

La Piedad se identifica con la “Sexta Angustia”, aunque existen grandes equívocos al respecto, la iconografía es clara y considera Quinta Angustia toda aquella imagen de la Virgen que se encuentre en el Calvario, e iconográficamente serían Sexta Angustia todas aquellas imágenes que muestran a María con el cadáver de Cristo en sus brazos. 

Pero en muchas ocasiones la imagen de la Piedad es denominada como Quinta Angustia, y por tanto en numerosos lugares, cofradías y hermandades, y en todo tipo de bibliografía antigua o moderna, se denomina de esta manera. Al encontrarse en la mayoría de los devocionarios medievales y modernos la referencia a esta iconografía como Quinta Angustia, es constante este apelativo. Incluso lo usa la propia Santa Teresa de Jesús, en una de sus visiones místicas ocurrida en Sevilla en 1575, relatará el suceso vivido: “… estando en maitines, el mismo Señor, por visión intelectual, tan grande que casi parecía imaginaria, se me puso en los brazos a manera como se pinta la Quinta Angustia. Hízome temor harto esta visión, porque era muy patente y tan junta a mí, que me hizo pensar si era ilusión.”

 

Expansión del tema de la Piedad hasta el siglo XVI

A pesar de la posibilidad de antecedentes italianos, las primeras representaciones de la Piedad, como Virgen Dolorosa, se inician tempranamente (según algunos autores incluso a finales del siglo XIII) en los territorios de la actual Alemania, en los conventos femeninos del valle del Rhin, siendo escultores germanos los que llevaron a cabo las primeras versiones del tema. En estos territorios germanos se fijó la iconografía durante el siglo XIV mediante la realización de pequeños grupos escultóricos que se caracterizan por el dramatismo y expresividad con el que están tratadas las figuras. 

Esta iconografía está tan ligada a los territorios germanos medievales que incluso se la conoce con el término: “Vesperbild”, cuya traducción literal sería “imagen de vísperas”, en referencia a la hora litúrgica de Vísperas, hora que coincide con el atardecer, cuando Jesucristo sería desclavado de la Cruz y puesto en brazos de su Madre. Sería el momento de la liturgia de las horas, asociado a la liturgia del Viernes Santo, dedicado a la oración y meditación sobre la Piedad.

En las primeras representaciones que tenemos de la Piedad (generalmente grupos de pequeñas proporciones, realizados en madera) las características morfológicas y estilísticas resaltan el sufrimiento y son expresionistas: se centran en señalar con intenso realismo las huellas de la Pasión, la Virgen se presenta como una mujer avejentada y sobrecogida por el dolor, Cristo con la boca reseca y entreabierta, las costillas prominentes, el estómago rehundido, con múltiples heridas sangrantes... en definitiva con un realismo que llega a ser agresivo, se quiere provocar el horror y la compasión y la identificación con el dolor que sufre la Virgen.

La influencia de estas Versperbilds, de las primeras representaciones de la Piedad, se extendió de forma muy temprana y rápida. Desde el valle del Rhin llegaría a la Baja Sajonia y Baviera y de allí a toda Centroeuropa y a los territorios flamencos y franceses, siendo muy importante la difusión a través  de las cofradías de Nuestra Señora de la Piedad en estos últimos. En las tierras italianas las escuelas pictóricas de Siena y Florencia conocieron un cierto desarrollo del tema de la Piedad.

Como ejemplos de las primeras representaciones se pueden citar: la Piedad de Roettgen (Rheinisches Landesmuseum, Bonn), de autor anónimo, que con toda seguridad puede datarse a comienzos del siglo XIV, la Piedad que se expone en el museo de la ciudad bávara de Coburg (Kunstsammlungen der Veste Coburg), fechable hacia 1360-1370.

Vesperbild. Coburg (Kunstsammlungen der Veste Coburg)

En el Siglo XV la rigidez, la suprema intensidad emotiva y el expresionismo agresivo tan característicos de los prototipos germánicos en las primeras representaciones, va suavizándose y se trasforma en un estilo de figuras más amables y serenas influenciado por el estilo artístico, llamado “internacional”, del momento. Ahora María es más joven, la proporción de las imágenes es más realista y se manifiesta un dolor más contenido ante el cadáver de Cristo. Frecuentemente la Virgen se envuelve en un amplio manto que da gran volumen a la composición mientras que el Cuerpo de Cristo descansa horizontalmente en sus rodillas. Esta iconografía es la propia de las denominadas Schonen Vesperbilder, o “imágenes hermosas de Visperas”, que tuvieron aún más rápida difusión que la experimentada por las imágenes del anterior estilo expresionista, extendiéndose desde las zonas germanas a todas las europeas. De finales del siglo XIV o comienzos del XV es la Vesperbild del Bayerisches Nationalmuseum en Munich que conserva casi íntegra su policromía y ya evoluciona hacia rasgos más suaves.

Vesperbild,  Bayerisches Nationalmuseum. Munich (Alemania).
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Al ir extendiéndose por las tierras europeas era lógico que el estilo fuese experimentando algunas variantes. Al penetrar, por ejemplo, en regiones francesas va incrementándose la sensación de resignación, calma y quietud: en un buen número de Piedades del valle del Loira la Virgen une sus manos en actitud de resignada oración ante el sacrificio de su Hijo.

Estos modelos de la Piedad tuvieron gran fortuna en Castilla, desde la segunda mitad del siglo XIV pero sobre todo en el XV, gracias a la difusión de los comercializados a través de las ferias. Afortunadamente existen magníficas imágenes en templos y en colecciones de museos, entre las que podemos mencionar el grupo de piedra policromada conservado en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid (c. 1406-1415), originario de un taller germánico. 

 

Piedad. Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
http://museoescultura.mcu.es/web/imagenes/obrasImprescindibles/01.jpg 

 

Continuará…. Con la Piedad en Sevilla

 

Reyes Pro Jiménez
Historiadora y bibliotecaria










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