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Procesión de la Virgen del Rocío por la aldea almonteña


Antonio Rendón. Cada año, durante la noche del domingo al lunes de Pentecostés, cerca de un millón de personas venidas de toda Andalucía, del resto del país y no pocos extranjeros se reúnen en el poblado del Rocío para acompañar a la Blanca Paloma en su salida ritual por las calle de la aldea. 

Durante la procesión la Virgen es llevada por los almonteños, produciendose una lucha como si fuera una melé, como en un inmenso partido de rugby. Los hermanos almonteños se disputan entre sí el honor de llevar a la Virgen. Aquellos que no han podido situarse dentro del paso, agarran con fuerza los varales. El paso se inclina hacia un lado u otro, sin llegar jamás a caer por tierra y gira sobre sí  mismo.

Desde que se rompió el varal en la procesión del año 2011, la Hermandad Matriz y los portadores de la Virgen y dentro de su idiosincrasia particular, impera desde entonces una especie de desorden ordenado que hace mucho más fluido  el recorrido de la procesión de la reina de las marismas.

La Virgen del Rocío va recibiendo a su paso vivas y olés, salves y plegarias por todos los rincones de la aldea y se reflejan en la cara de los fieles, los sentimientos, sus peticiones  y preces a cuyo paso le tocan las palmas, los vecinos de Almonte y arropada por miles de fieles. Los curas de sotana, en alto, a hombros, para rezarle la salve a la Virgen son los primeros que, con brazos abiertos, exclaman la presencia de ella e invitan a los almonteños a acércala a sus hermandades y feligreses.

La Virgen iba radiante con la nueva saya, que para la ocasión han confeccionado con sumo mimo y cariño las mujeres del taller de bordados de la hermandad Matriz de Almonte, a juego con el manto de los Apóstoles, o manto de Pentecostés que le confeccionara Bordados Santa Bárbara y adornada con grandes flores de color coral que le otorga una singular belleza. 

En todo su recorrido, la Blanca Paloma ha estado acompañada por miles de fieles, cuya presencia se hacía más intensa conforme se iba aproximado de nuevo a su ermita. La procesión, que se ha prolongado durante más de nueve horas, se ha desarrollado con normalidad y orden, tras comenzar su visita a las filiales y algo más rápida que el año pasado.

Fotos: Antonio Rendón Domínguez










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