Ya queda menos. La brevedad del prodigio. Alberto de Faria Serrano

Ya hay una rosa que brota prendida en la solapa del jardín del parque de Mª Luisa. La encontraste de paseo al mediodía húmedo cruzando por el vergel de la Glorieta de Bécquer. Te preguntaste como el prodigio subvierte la propia naturaleza. No hay más respuesta que no está cuerda. O no. No más lejos de allí acabas de creer cruzarte con dos menudas sombras que sigilosas y discretas atraviesan  las gradas de la Catedral: Apenas les diste importancia. Pero sí la tiene. Solo por un instante creíste que debías antes que sucediera nada mas,  llegar a casa por el camino mas corto y recto. Deformación nazarena.

Con un ojo medio cerrado abandonándose a las musas de Morfeo mientras el otro se resiste no sabes por qué, no cejaba de sonar en tu cabecita la sintonía de una muy conocida marcha. Hasta el día siguiente.

Por la mañana el café cargado te inyecta el ánimo porque percibirás al caer la hoja del calendario la respuesta. Las dos sombras que desaparecían Alemanes abajo era las de dos ángeles de la Cruz que por dentro alborozan y en su hábito aun percibían intacto cómo vibra el manto morado de la Virgen de los Reyes y en su frente la señal de la ceniza.

Hoy cuando te postres ante Ella y acudas a la invocación material del rito; “Polvo eres y en polvo te convertirás”, te darás cuenta de la fragilidad de los seres naturales. Como la de la rosa que se marchitará tarde o temprano. E igualmente  de la brevedad de la vida. Como la de la marcha que cesará al cabo de unos minutos. 

Ah ¿qué cual marcha era? Carece de relevancia. Tempus fugit.  Es Miércoles de Ceniza. Ya no queda tanto. Es tiempo de preparación y de gozo sevillanos. Desde ya, qué poquito queda.

Foto: Francisco Santiago